¡GRACIAS!


Por Roberto Longoni.
Director de Contenido.

“Tanto entonces como ahora creo que el periodismo es libre, o es una farsa, sin términos medios”.

(Rodolfo Walsh, epílogo a la primera edición de “Operación masacre”, 1957) 

Me gustaría empezar este texto hablando de mi experiencia en “El Nuevo Gráfico”. Han pasado, así, sin más, volando, inevitablemente, como pasa el tiempo, tres años desde que mi abuela me llevó a la casa de las Gálvez. En aquella ocasión nos recibieron muy amablemente y desayunamos. Me preguntaron qué hacía y yo les dije que me interesaba poder escribir algunas notas. Recuerdo que al final me señalaron el fondo del patio donde se imprime el periódico y me fui contento de que hubieran aceptado. 

Como decía, el tiempo ya pasó, y por alguna razón, tanto a ellas como a algunas otras personas les gusta lo que escribo. Pienso en ello y creo que si les gusta es porque ven en lo que escribo algo auténtico y que de cierta manera les interpela. Bien decía José Emilio Pacheco que “más que leer a otros, nos leemos en ellos.” Al menos eso es algo que siempre he querido, que la gente sienta que lo que está leyendo les dice algo, que les pertenece de alguna manera. 

Y es que pasa que cuando uno escribe nunca escribe solo. Como plantea John Holloway, nuestra actividad creativa, nuestro hacer, forma parte de un flujo social histórico que muchas veces pasamos por alto. Cuando escribimos es fácil olvidar que hubo cientos de manos explotadas ensamblando la computadora en que escribo, que también las ideas que formulo y las posturas que tomo tienen que ver con una historia compleja forjada por, como dice Benjamin, “todos los muertos que fui, soy, he sido y seré…” Esa es nuestra tragedia entonces, olvidar que las cosas que vemos, las creaciones que disfrutamos, no aparecieron de la nada, sino que son producto de una compleja cohesión social que deja fuera a unos y niega la humanidad a otros. 

Si hago estas reflexiones un tanto filosóficas en este contexto no es con ningún otro fin más que para mostrar que el periodismo es parte del flujo social del hacer, pero también parte de la enajenación en que vivimos. En esta ambivalencia, me siento enormemente feliz de poder decir que el periodismo que “El Nuevo Gráfico” me permite hacer es un periodismo libre, sin ataduras o censuras. Y más allá de eso, algo más importante aún, el periodismo de “El Nuevo Gráfico” permite la pluralidad y la réplica, la discordancia y la heterogeneidad. Todas estas cualidades de una postura crítica que no tiene miedo a confrontar, a discrepar y a proponer nuevos caminos. 

Germán Dehesas decía que si el escribía era porque le gustaba platicar con la gente y poner en juego sus ideales. Esto con el fin de discutir, no para que todos estuvieran de acuerdo con él. Bueno, pues yo pienso lo mismo. Y supongo que si escribo esto es para agradecer un año más en el periódico, también para felicitarles por un año más de vida, pero también para agradecer el tener un espacio para expresarme, para hablar de lo que creo que es importante, para asumir esa tarea que Rodolfo Walsh exigía para el periodismo, la de “dar testimonio en tiempos difíciles”.