El gobierno de Hidalgo y el control de la prensa chayotera.



Julio Gálvez.

En el pintoresco estado de Hidalgo, la política ha alcanzado cotas de ingenio que desafían toda lógica. Los políticos locales han perfeccionado el arte del "capitalismo de cuates", donde, gracias al respaldo del poder, se han convertido en millonarios a la sombra de empresarios corruptos y prestanombres.

Estas élites, hábiles en el juego del poder, han mantenido su reinado con la compra de medios de comunicación cariñosamente conocidos como "chayoteros". Estos intrépidos periodistas, dispuestos a recibir dinero del gobierno a cambio de reproducir la información oficial y omitir cualquier crítica, son la pieza clave para perpetuar la imagen positiva de las hazañas gubernamentales, reales o imaginarias.

En la travesía política de Hidalgo, el gobierno de Menchaca, impuesto por el gobierno priista de Omar Fayad, no escatima esfuerzos en seguir las mismas prácticas. La fórmula es simple: proteger los intereses personales y los negocios de la elite política mientras se mantiene una fachada de cambio.

Recordando los días gloriosos de los gobiernos de Osorio Chong y Olvera, los desayunos con periodistas hacen su triunfal regreso. Estos eventos no son simplemente para disfrutar de un buen café, sino para tener a la prensa firmemente controlada, ya que los medios que antes aplaudían al PRI, ahora aplauden a Morena.

En Hidalgo, se divide a los periodistas en dos categorías: aquellos que se venden al gobierno y se convierten en repetidores oficiales, y los medios independientes que, en tiempos de "transformación", lideran una revolución de conciencias a través de la crítica.

En este inigualable espectáculo de democracia a la hidalguense, la existencia de medios independientes se revela como el baluarte esencial. Sin estos valientes portavoces, el gobierno se vería tentado a imponer una única forma de pensar y hacer política. Después de todo, la democracia no solo regula el derecho a votar, sino también la libertad de expresión y la opinión pública. ¡Un pequeño detalle!

Menchaca, al implementar los desayunos con la prensa, demuestra un gatopardismo digno de aplauso. Nada como rescatar las estrategias de exgobernadores para darle ese toque vintage a la administración.

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PD: ¡Bravo por Nuevo Gráfico! Este medio no acude a esos desayunos desde hace años  y ha mantenido la tradición de criticar estas prácticas con valentía y estilo, desde que el suscriptor de este artículo es director de este medio de comunicación. ¡Una oasis de independencia en el desierto de los cuates!

Decía mi abuelo Don Julio Gálvez Méndez, un medio que no se vende es otro poder.