#Opinión | Jorge Montejo
21/08/25
Omar Fayad, exgobernador priista de Hidalgo y actual embajador de México en Noruega, reportó en su declaración patrimonial ingresos por 5 millones 11 mil pesos en 2023, lo que equivale a unos 417 mil pesos mensuales. Una cifra que supera con creces el salario promedio de los mexicanos y que exhibe lo rentable que resulta la diplomacia para políticos reciclados.
La cifra, asentada en documentos oficiales, incluye sueldos, compensaciones y prestaciones como representante del gobierno de Claudia Sheinbaum. El contraste no pasó desapercibido: mientras en México se insiste en la austeridad republicana, los embajadores gozan de sueldos que parecen más bien premios de consolación.
En el caso de Fayad, su nombramiento diplomático no fue casualidad. Analistas y voces dentro del propio PRI aseguran que la embajada en Noruega fue el pago por haber entregado el estado de Hidalgo a Morena y consumar así la traición a su partido. El cálculo político le salió redondo: dejar el poder en Hidalgo y recibir a cambio una embajada con ingresos de élite.
Por eso —dicen en los pasillos políticos— varios voceros y fieles del régimen suspiran por un nombramiento diplomático: retiro dorado, buenos ingresos, bajo escrutinio y vida cómoda en el extranjero. La diplomacia mexicana se ha convertido en un refugio para quienes negocian su lealtad y saben que, a cambio, recibirán un asiento cómodo lejos del país que alguna vez gobernaron.
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P.D. La 4T no comprende que convertir las embajadas en pagos políticos es un insulto al pueblo, a la gente que creyó en el cambio y que salió a votar con la esperanza de un futuro distinto. Los líderes de Morena prefirieron a un político traidor como Fayad antes que a sus propias bases, a las que dejó malparadas en Hidalgo, discriminándolas y sacándolas de la jugada para favorecer a un grupo de políticos PRIMOR, comprando políticos de quinta dentro del mismo movimiento. Ahora los líderes de Morena se atienen a las consecuencias de haberse vendido con expriistas.
