
1 de agosto de 2025
Después de casi veinte años en prisión, Israel Vallarta, señalado durante años como líder de la presunta banda de secuestradores “Los Zodiaco”, finalmente fue absuelto por la justicia federal. La juez Mariana Vieyra Valdés, titular del Juzgado Tercero de Distrito en Materia Penal de Toluca, dictó sentencia absolutoria tras concluir que no existían pruebas suficientes para mantenerlo recluido en el penal de máxima seguridad del Altiplano.
El fallo, que ordena su liberación inmediata, expone la fragilidad del caso armado en su contra desde diciembre de 2005, cuando fue detenido en el rancho “Las Chinitas” en un operativo encabezado por la entonces Policía Federal bajo el mando de Genaro García Luna. Junto con Vallarta también fue detenida la ciudadana francesa Florence Cassez, liberada en 2013 gracias a una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que reconoció violaciones graves a sus derechos humanos y acreditó que la captura fue un montaje mediático para la televisión, diseñado por el propio García Luna.
Durante años, la falta de sentencia y las irregularidades procesales mantuvieron a Vallarta en una especie de limbo jurídico, convertido en uno de los casos más emblemáticos sobre los excesos y abusos del aparato de seguridad durante el sexenio de Felipe Calderón. La resolución de la juez Vieyra Valdés argumenta que no se logró acreditar la responsabilidad penal de Vallarta ni en el delito de secuestro ni en delincuencia organizada, posesión de armas exclusivas del Ejército o privación ilegal de la libertad, desmoronando la narrativa que durante años sostuvo su reclusión.
Mary Sainz, esposa de Israel Vallarta y principal defensora de su inocencia, celebró la sentencia en redes sociales: “¡Por fin! #IsraelVallartaLibreYa acaban de notificar sentencia absolutoria (…) después de casi 20 años sin sentencia, ¡por fin!”. Su mensaje sintetiza el desgaste, la impotencia y la esperanza de quienes han seguido este caso como ejemplo de las fallas estructurales en el sistema judicial mexicano.
Con esta absolución, Vallarta podría salir del Altiplano en cuestión de horas, cerrando —al menos en papel— una de las historias de mayor escándalo, injusticia y manipulación mediática de los últimos años. El desenlace obliga a repensar el papel de los montajes judiciales, la ausencia de garantías procesales y la facilidad con la que el sistema penal puede fabricar culpables sin pruebas sólidas, siempre bajo el auspicio de intereses políticos y mediáticos.
Habrá quienes celebren el fallo, otros que aún lo cuestionen, pero lo cierto es que la justicia mexicana queda de nuevo bajo la lupa. Y la pregunta, inevitable: ¿cuántos más siguen en prisión por expedientes manchados por el espectáculo y la corrupción?