
Jaqueline Sagahón
19 de septiembre de 2025
Grupo Centurión Combustibles SAPI de CV nació hace apenas una década, sin embargo, su crecimiento económico ha sido meteórico. Detrás de esa expansión se encuentran los hermanos Joel y Miguel Ángel Guevara Trejo, quienes convirtieron al corporativo en un engranaje de financiamiento político disfrazado de éxito empresarial. El método: un esquema de “huachicoleo electoral” que les permitió fondear campañas de candidatos de Morena a cambio de favores, contratos y acceso privilegiado a negocios energéticos y de salud.

El punto de quiebre llegó cuando los Guevara Trejo conocieron al general Audomaro Martínez Zapata, ex director del Centro Nacional de Inteligencia y hombre de confianza del expresidente Andrés Manuel López Obrador. La relación se cimentó en un momento vulnerable para el militar —tras la muerte de su hija— y fue aprovechada por los empresarios hidalguenses para sellar una sociedad que derivó en negocios millonarios en combustibles, equipo médico y seguridad.

En plena pandemia, de la mano de Óscar Martínez Hernández —hijo del general—, los hermanos consiguieron contratos emergentes con la SEDENA y el IMSS de Tamaulipas por más de mil 500 millones de pesos al año. Solo en ese periodo acumularon más de seis mil millones en contratos de insumos médicos. No conformes, en julio de 2022, la esposa del general, Diana Yamilet Hernández Zárate, constituyó junto a Centurión la empresa Operadora de Combustibles GSC Sureste, con la que ampliaron el espectro de negocios gaseros.
Ese músculo financiero fue redirigido a campañas políticas. En Hidalgo, durante el sexenio de Omar Fayad, los Guevara Trejo impulsaron proyectos electorales; en Morelos, apoyaron a Lucía Meza. El modelo era claro: invertir en candidaturas a cambio de control político y contratos. Incluso, en Durango intentaron replicar la fórmula con José Ramón Enríquez, pero al no permitirles operar su campaña, lo traicionaron y terminó perdiendo.
La estrategia también incluyó la creación de su propia consultoría de comunicación política, diseñada para asesorar candidatos en Baja California, Ciudad de México, Durango, Hidalgo, Puebla y Sinaloa. En el camino, se aliaron con operadores cercanos a Andy López Beltrán e integrantes del equipo de Claudia Sheinbaum, quienes sin saberlo terminaron fortaleciendo la red de los llamados “huachicoleros electorales”.
No obstante, los Guevara Trejo no se limitan a Morena: han tendido puentes con el PRI y el PAN, moviendo sus piezas de acuerdo con los intereses del momento. El verdadero negocio está en la captura del poder político, no en la lealtad ideológica.
Documentos oficiales del Gobierno de Hidalgo muestran que en un solo día Audomaro y Joel Guevara fundaron tres empresas de almacenamiento de hidrocarburos, las cuales rápidamente recibieron contratos multimillonarios tanto del gobierno federal como estatal, con lo que coronaron un esquema de huachicol fiscal bajo el paraguas de la Cuarta Transformación.

La historia de Grupo Centurión no es, entonces, la de un emprendimiento exitoso, sino la de un entramado de complicidades entre militares retirados, empresarios oportunistas y políticos dispuestos a hipotecar campañas a cambio de dinero. Un modelo que revela cómo el combustible más rentable de la política mexicana no es el petróleo, sino la corrupción disfrazada de inversión electoral.