LA SOCIEDAD DE LAS APARIENCIAS


Por Julio Gálvez
Twitter: @juliogalvezb

Los valores se encuentran esencialmente en todas las cosas, la mayoría de los seres humanos valoramos conforme a nuestras conveniencias, intereses, gustos o emociones, cuando en realidad saber valorar significa reconocer que todo tiene un valor en si mismo. 

La moda a través de la historia ha ido evolucionando hasta nuestros días, durante cientos de años fueron los monarcas los que marcaron las pautas de esta. En el siglo XVII, Luis XIII, Rey de Francia, decidió ocultar su calvicie con una peluca, al poco tiempo, los nobles europeos comenzaron a afeitarse la cabeza para seguir su ejemplo, imponiendo un estilo que duró más de una década.

En el siglo XIX, comenzaron a surgir las primeras revistas femeninas y estas comenzaron a proporcionar las nuevas tendencias e incluso ofrecían patrones económicos para que las mujeres pudieran confeccionarse su propia ropa. Con la llegada del siglo XX y la popularidad del cine y la televisión, las estrellas de la pantalla se convirtieron en ídolos internacionales y empezaron a imponer la moda.

Hoy en día, las modas casi funcionan de la misma forma, con la diferencia de que en el pasado las tendencias duraban mucho más tiempo que en el presente, el consumismo se ha encargado de acelerar la fabricación de las cosas que consume la población, ocasionando de esta forma que la moda sea socialmente admitida como expresión de libertad individual, dejando de ser un simple lujo estético de la vida colectiva, convirtiéndose en el elemento central de un proceso social que determina la producción y el consumo de los objetos.

Conforme a lo anterior y gracias a la influencia que la moda ha tenido sobre la mente de las nuevas generaciones, esta se ha convertido en el elemento que rige sus relaciones humanas, ya que las tendencias marcan lo que es o no socialmente aceptado. En pocas palabras, los seres humanos que nacieron bajo este paradigma, vienen mentalmente programados para desechar todo aquello que pasa de moda, incluyendo a las personas que forman parte de su entorno social.

De esta forma, quienes nacieron bajo el imperio de la moda, han transportado el consumismo acelerado de objetos a sus relaciones personales, creándose sentimientos desechables que cambian de un momento a otro como si estos fueran una tendencia manipulada por la mercadotecnia de las grandes empresas. A grandes rasgos, nuestros jóvenes están siendo mentalmente controlados para consumir y desechar objetos y personas que en apariencia son socialmente inaceptados.

Debido a este fenómeno social, hoy en día, podemos encontrarnos con jóvenes frívolos que cambian de sentimientos como de zapatos. Gracias al imperio de lo efímero, las nuevas generaciones corren el riesgo de convertirse en una especie de robots deshumanizados que simulan emociones para ser aceptados dentro de sus círculos sociales; corren el riesgo de ser mentalmente manipulados a través de la televisión.

En la actualidad, resulta muy atractivo para nuestros jóvenes vivir inmersos en una realidad imaginaria en la que por medio de apariencias esconden sus verdaderas vidas carentes de valores y frustradas por una sociedad conservadora en la que impera lo material. A través de la desinformación, nuestros políticos logran construir una comunidad cimentada en estereotipos destinados a manipular mentalmente a toda esa gente que encuentra la felicidad en objetos desechables.

México es un país altamente teledirigido, las telenovelas, las drogas, el alcohol, la música y las modas, influyen potencialmente en las mentes de una población desinformada. Una sociedad con índices de analfabetismo tan alarmantes como la nuestra, es incapaz de decidir por sí misma, los operadores del poder mueven las piezas de ajedrez sin que el pueblo se percate de las redes de corrupción que se forman.

Mientras nuestros jóvenes viven su individualismo, los amos del poder tratarán de mantenerlos confundidos a través de sentimientos efímeros causados por las modas impuestas por los medios de comunicación. A nuestros políticos les conviene mantener a nuestras nuevas generaciones dormidas dentro de una realidad llena de vicios en la que lo material tiene mayor valor que lo sustancial.

Es importante que reflexionemos sobre como nuestros gobernantes impulsados por las grandes empresas que controlan las tendencias de la moda, han dejado a nuestras nuevas generaciones sin rumbo alguno, les han formado sentimientos efímeros para mantenerlas satisfechas mientras unos cuantos siguen manipulando sus vidas para enriquecerse a costa de su desinformación. Nuestro país necesita despertar por medio de sus jóvenes, pero mientras estos sigan perdidos dentro de su esfera de vicios, estamos destinados a esperar a que lleguen otros que estén dispuestos a cambiar el mundo.

Es lamentable observar como las personas que en algún momento formaron parte de nuestras vidas son consumidas por los estereotipos impuestos por la sociedad de apariencias en la que vivimos. Quizás algún día muchos se den cuenta que forman parte de un enorme sistema social programado por personas que buscan el control de todo, pero quizás otros nacerán, serán bautizados, obtendrán  un empleo, se casarán, tendrán hijos y morirán tal y como lo dicta la sociedad. La decisión está en nosotros mismos, hacer conciencia o permanecer como estamos.

Por Julio Alejandro Gálvez Bautista, Especialista en Derecho Civil, Maestro en Derecho Procesal Constitucional y Candidato a Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana; ha enfocado su trabajo en temas sobre Derecho Constitucional, Derechos Humanos, Derechos Sociales, Derecho a la Información y Reforma Gubernamental.