¿QUÉ TE ESTÁN HACIENDO MÉXICO?


Por Karla Álvarez.

Es sorprendente ver que la gente parece ser inmune a las tragedias que ocurren en México. Solemos solidarizarnos con otros países cuando se presentan situaciones de muerte o que atentan contra los derechos e integridad de las personas, pero no con el nuestro. Es el caso de Veracruz, de Chiapas, de Tamaulipas, y hoy, de Oaxaca.

Lo que pasó en días pasados en Nochixtlán, Oaxaca, no es una noticia más. No es el titular de ocho columnas de un periódico, mucho menos la noticia del día para compartir en Facebook. Es nuestra realidad, lo que sucede en nuestro propio país. Lo que nos incumbe a todos. 

Los pocos que hablan del tema, se han enfrascado en mantener una sola postura; o la culpa es del gobierno o la culpa es de los maestros. ¿Pero quién de nosotros ha analizado la situación a fondo? ¿quién ha observado e investigado ambas posturas para emitir un juicio?. Es muy fácil juzgar, pero ni todo es blanco, ni todo negro. Y en esta situación hay una escala de grises que pareciera no tomarse en cuenta.

Para contextualizar hay que empezar por el principio: la reforma educativa implementada en el 2013. Una reforma que exige a los maestros realizar una evaluación periódica para medir sus conocimientos, una evaluación que en caso de ser reprobada puede llevarlos hasta perder su trabajo. Y aunque para muchos pareciera ser una buena medida por parte del gobierno para tener maestros de mejor calidad y por ende, una educación de mejor calidad; para otros es otro “buen intento, México”.

Vayamos más allá de comentarios como “son un montón de maestros que no quieren ser evaluados porque soy bien flojos” o “es evidente que no quieran exámenes porque saben que no los van a pasar”. Hay que entender que son pruebas que no miden las capacidades intelectuales o de desarrollo que pueda poseer una persona, son pruebas que miden un número, un número que no nada más demuestra quién memoriza más y quién memoriza menos. Son exámenes de horas y horas de duración que no se adaptan a nuestro contexto socio cultural como país, mucho menos en maestros de escuelas rurales o de comunidades marginadas.

Por eso tanto descontento por parte de los docentes, por eso tanto repudio hacia la reforma educativa. La anterior no solo consiste en pruebas periódicas de conocimiento, es una serie de mandatos que exigen pero no aportan, una serie de obligaciones para los maestros con el propósito de construir un mejor país pero que no brinda los elementos para hacerlo, una reforma que ha hecho que incluso padres de familia tengan que verse involucrados en el financiamiento de escuelas para que sus hijos no se queden sin clases.

La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha expresado su descontento hacia la situación y muchos maestros han optado por bloquear algunas de las carreteras en estados del sureste del país, han realizado plantones en el Zócalo de la Ciudad de México, e incluso han puesto en paro las actividades magisteriales en escuelas de la misma región. Lo anterior no ha hecho más que generar descontento entre la población pues muchos consideran que no es la forma de solucionar la situación, (y probablemente no la sea), pues es contradictorio que se exija una mejoría en la educación y que se suspendan las clases cuando no se llega a un acuerdo. Sin embargo, cuando tu voz ya no es escuchada y tus derechos son pisoteados, ¿qué más se puede hacer?.

Ya no solo es una cuestión política, esto se ha convertido en un verdadero asunto de privación de derechos humanos, de represión, de injusticia y de violencia. Ya no se trata de juzgar las formas de manifestarse, no se trata de criticar lo que otros hacen o no hacen; se trata de solidarizarnos como pueblo, como mexicanos.

No se necesita ser un experto en materia de derechos humanos para entender que hace ya algunos días 6 personas perdieron la vida y otras 94 resultaron heridas solo por haber salido a manifestarse.

Las acciones que está tomando el gobierno para reprender estas manifestaciones son denigrantes e inhumanas, es indignante pensar que elementos de la fuerza pública, quienes se dedican a mantener el orden y la paz en nuestro país y que alguna vez prometieron velar por nuestra integridad, sean capaces de recurrir a las armas y a la violencia para acabar con la voluntad de aquellos quienes siguen creyendo en el cambio.

Fuerza maestros, fuerza Oaxaca…fuerza México.