EL GASOLINAZO ES PRODUCTO DE LA CORRUPCIÓN.


Por Jorge Montejo.

Es difícil creerle al gobierno, los ciudadanos perciben a sus gobernantes con una gran falta de legitimidad y autoridad moral. Basta ver los escándalos de corrupción en los que se vieron directa o indirectamente involucrados los gobernadores que desfalcaron estados, otorgaron patentes de notario a sus allegados, regalaron concesiones de taxi a sus cuates, manipularon licitaciones públicas para enriquecerse y todavía no ha pasado nada, la impunidad ha doblegado a la justicia. 

Por lo anterior y ante la ola de corrupción e impunidad que se vive en México ¿Quién le cree al Presidente cuando explica el gasolinazo? ¿Quién le cree al PRI cuando sus políticos se han enriquecido a costa del empobrecimiento de la población? ¿Quien le cree a los políticos cuando estos se han vuelto millonarios de la noche a la mañana? ¿Quién le cree a Enrique Peña Nieto con su Casa Blanca?

En realidad el gobierno no tiene otra ruta más que esperar que esta decisión del gasolinazo no impacte tanto, que las manifestaciones no sean lo suficientemente grandes para que puedan poner en riesgo la estabilidad, y que la cantidad de legitimidad que se pierda -y de la cual ya no tienen mucha- sea la menor posible.

Peor aún, el gobierno tampoco tiene alternativas si hablamos de políticas que podría implementar para aminorar el descontento. Todos sabemos que el gobierno ha manejado pésimamente las finanzas de este país, y por eso se entiende que el gobierno no pueda prescindir en ningún grado de esa carga impositiva que tienen las gasolinas. Es decir, el impuesto está ahí para cerrar los boquetes producto de su ineptitud, pero si el gobierno decide eliminar el impuesto (IEPS) o reducirlo, el problema en realidad podría tornarse aún más grave. Volver a subsidiar la gasolina para aminorar el descontento es dar un paso atrás. 

Tal vez quienes se manifiestan ahora debieron ser más insistentes desde hace algunos años sobre la forma en que el gobierno manejaba las finanzas, sobre las décadas de saqueos a Pemex por parte de su sindicato, sobre los escándalos de corrupción, sobre los programas sociales que se han convertido en mecanismos clientelistas y electorales -como Prospera- pero que tan necesarios son para el partido en turno -basta ver a Ochoa Reza decir que sin el impuesto a la gasolina no podrían financiar dichos programas “tan necesarios”-. sobre la forma en que esa élite política ordeñaba Pemex, o sobre aquel PRI y PRD que bloquearon la Reforma Energética el sexenio pasado y que aprobaron la Reforma Fiscal en este sexenio. De hecho no sólo es este gobierno el “culpable”, y tendríamos que preguntarnos sobre lo que hicieron o dejaron de hacer pasadas administraciones. 

Ahora no hay margen de salida, el aumento del costo de la gasolina puede ser injusto por muchas razones, pero cualquier intento por aminorar el impacto o satisfacer a la población legítimamente indignada podría terminar creando un problema todavía peor, ya que el PRI-Gobierno se ha enemistado con todos los sectores sociales, han sido soberbios y no han tenido la humildad de ciudadanizar diversos espacios públicos para mantener a los gobernados conformes. 

Por lo menos el PRI de antes sabia negociar, tenia la capacidad de conciliar, era menos descarado, en cambio, los políticos que hoy nos gobiernan solo piensan en sus intereses personales, se han apoderado de las instituciones para enriquecerse, por lo que no se me haría demasiado descabellado que el gasolinazo se termine convirtiendo en la gota que derrame el vaso. 

A diferencia de todos esos episodios bochornosos e indignantes (Casa Blanca, Reunión Peña-Trump, la huída del Chapo), este evento afecta directamente a los bolsillos de los ciudadanos, y algunos de quienes nunca pusieron un pie en el asfalto para manifestarse por el conflicto de intereses de la Casa Blanca, Ayotzinapa, Trump y demás, ya están en las calles. 

Ante tal nivel de indignación y ante aquella acumulada a través del sexenio, la mecha podría encenderse y nadie va a defender a los políticos, se están quedando solos.