El Efecto Vuitton-Kors del Político.


Moralidad Política, principios NO vicios.

“Ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo y riquezas, se vestía como uno de ellos. Aprendan de las flores del campo, fíjense como crecen los lirios”,  mencionó Jesús a sus discípulos.

Cuantas veces hemos visto el caminar de un político, aquel “humilde”, pobre y sencillo que se acercó a su vecino para pedir el apoyo en los próximos comicios.

Que con el paso del tiempo cambió de carro, de casa, de puesto, de barrio, hasta de esposa y de “amigos”, adoró la opulencia, rezó al dinero y se hincó a la influencia y degeneración del pillo.

Ya en el puesto se olvidó de la gente, adquirió por las malas sus bienes, se mareó y perdió el piso, cambió el verdadero objetivo, enriquecimiento ilícito, oro por servicio.

Rodeado de aduladores, lacayos y servilismo, gobernó petulante junto con la maña y los perversos, llenando sus arcas y las de sus dizque amigos.

Mientras tanto en la casa del campesino, no llegaba la despensa, los apoyos económicos se quedaban en terceros, se carecía de los esenciales servicios, agua, luz, vestido y sustento.

La clase media en un tronar de dedos comentaba angustiada: “¿ahora que haremos? ¡no rinde más el dinero!” Día a día trabajando con pasión y esfuerzo no alcanza para lograr el progreso.

El rico se reía disfrutando los manjares de la vida, alejado de toda realidad que lo rodeaba, cerraba los ojos y con golpes de pecho en su doble moral se decía:

Otra vez habrá elecciones “pongamos un vasallo, un nuevo político, que viva la democracia de este pueblo, mientras sigan dando frutos, los acuerdos, las mordidas, la ley mordaza y los negocios del gobierno con las grandes (mafias) compañías”.