¿Por qué parte del pejismo simpatiza con Trump?



Algunas personas están sorprendidas: ¿Cómo es que personas que dicen ser simpatizantes de izquierda simpatizan con el hombre rudo y fuerte de derecha?

No es que todos los que simpatizan con López Obrador lo hagan con Trump pero sí son muchos, y al menos entre los activistas de redes, sí parece ser una mayoría. También es cierto que muchos que forman parte de la 4T (el propio López Obrador entre ellos) deseaban que Donald Trump ganara.

A pesar de la sorpresa que ha dado a muchos, a mí no me parece completamente incoherente su postura. Parecería serlo si reducimos el análisis al espectro izquierda-derecha, pero la incoherencia se reduce si tomamos en cuenta “todo lo demás”.

No es que AMLO y Trump sean iguales: Uno viene desde abajo, el otro es un empresario que viene de familias acomodadas, pero representan cosas muy parecidas en sus respectivos países: ambos son mandatarios nacionalistas que representan a un sector de la población que ha quedado ignorada o relegada por el establishment en turno: los trabajadores blancos de los Apalaches son los campesinos de Tabasco.

Ambos, tanto AMLO como Trump, son producto del debilitamiento de discurso del la democracia liberal, de ese consenso que va desde la socialdemocracia a la centro-derecha. Ni AMLO ni Trump son fenómenos aislados surgido de la nada; por el contrario, son producto de distintos fenómenos sociales que, al día de hoy, ningún científico de la política ha logrado comprender del todo.

Es este punto clave, la confrontación contra el establishment, lo que explica que muchos pejistas estén defendiendo a Trump quién afirma que ha sido víctima de un supuesto fraude electoral. Es el individuo contra todo un sistema del que se dice perpetúa una situación de injusticia e incluso de dominación que atenta contra los intereses del pueblo. Tanto Trump como AMLO se erigen, cada uno a su modo, como líderes o representantes del pueblo profundo, aquello que a veces es pasado de largo por las élites intelectuales y económicas urbanas.

Claro está, algo que no hace nada más que acentuar esta simpatía por parte del pejismo es la clara preferencia que tiene la hoy oposición mexicana (PRI-PAN-Felipe Calderón) por los demócratas con lo que Donald Trump ha denominado como el establishment. Esto claramente teje los puntos en común (enfatizados por López Obrador al negarse “por lo pronto” a reconocer la victoria de Biden mientras no se “resuelvan los asuntos legales”) con la crisis postelectoral del 2006.
Logran “empatizar” con Trump porque, dicen, ha sido víctima de algo que ellos mismos sufrieron.
Es extraño, sí, ver tanto al lopezobradorismo (considerado de izquierda) como a la derecha dura (refiriéndome con ello no a la derecha partidista, sino a los sectores más conservadores o confesionales) como si fueran aliados por la misma causa. Algunos dirán que los extremos se tocan o que el gobierno de López Obrador es más bien de derecha (aunque es evidente que ideológicamente Trump y AMLO no son iguales). Los teóricos de la elección social dirían que no hay “preferencias de pico único” en una distribución que va de la izquierda a la derecha política aunque claramente se discute si el gobierno de AMLO es realmente de izquierda.

Pero, a pesar de estas particularidades, esta simpatía por parte de un importante sector del lopezobradorismo por Donald Trump no debería siquiera ser vista con sorpresa. Los puntos en común entre el fenómeno AMLO y el de Trump posiblemente sean más abundantes que las diferencias de orden ideológico. No es fortuito que ambos mandatarios hayan logrado tejer una buena relación y que, al menos en público, ambos se transmitan una buena estima.

Y por eso lamentan la salida de Trump, porque ya no existirá ese compañero con el cual compartan ese sentimiento de confrontación hacia el establishment.