El general “SI” tiene quien le escriba.




24/10/22

El coronel no tiene quien le escriba es el texto original de una magna obra del afamado escritor Gabriel García Márquez quién formula desde la perspectiva de su protagonista un lenguaje que oscila entre la futilidad de la vida cotidiana en un lugar olvidado por la historia “Durante cincuenta y seis años –desde cuando terminó la última guerra civil– el coronel no había hecho nada distinto de esperar. Octubre era una de las pocas cosas que llegaban” y el gradual descubrimiento de la comunidad que emerge cuando se comparte el absurdo “Acampado en torno a la gigantesca ceiba de Nerlandia un batallón revolucionario compuesto en gran parte por adolescentes fugados de la escuela, esperó durante tres meses. Luego regresaron a sus casas por sus propios medios y allí siguieron esperando. Casi sesenta años después todavía el coronel esperaba”.

La pregunta obligada en esta columna periodística es ¿qué relación tiene esta obra literaria con el secretario de la Defensa Nacional Luis Crescencio Sandoval?, pues bien, que en esta historia el general secretario de la Defensa Nacional, SI TIENE QUIEN LE ESCRIBA (tal cual, con mayúsculas).

El general Luis Crescencio Sandoval se ha negado a asistir a declarar los acontecimientos ocurridos en días pasados sobre el hackeo a la base de datos de la Secretaría de la Defensa Nacional en que se solicitó al general Sandoval, por medio de una carta, escrita por el diputado Sergio Barrera Sepúlveda, participar en una mesa de trabajo ante la Comisión de Defensa Nacional. El general Crescencio Sandoval simplemente se negó ante la invitación.

El general Sandoval no solo rechazó asistir a la Cámara para responder e informar de esta vulneración con transparencia y en cumplimiento a lo ordenado por la Constitución. Además, se aventó la puntada de citar a los diputados en sus oficinas de la Secretaría, para después cancelar definitivamente toda reunión. Vaya desaire, quizá no sepa que los diputados representan a la ciudadanía y que él como general emana del pueblo y se debe a este, ante todo.

El principio de la disciplina es el deber de obediencia. Todo militar debe tener presente que tan noble es mandar como obedecer, y que mandará mejor quien mejor sepa obedecer.

La disciplina en el Ejército y la Fuerza Aérea es la norma a que los militares deben ajustar su conducta; tiene como bases la obediencia, y un alto concepto del honor, de la justicia y de la moral, y por objeto, el fiel y exacto cumplimiento de los deberes que prescriben las leyes y reglamentos militares.

Las frases anteriores son disposiciones contenidas en los artículos 2º del Reglamento General de Deberes Militares y 3º de la Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea. Esta última establece de manera expresa que “el servicio de las armas exige que el militar lleve el cumplimiento del deber hasta el sacrificio, y que anteponga al interés personal, la soberanía de la nación, la lealtad a las instituciones y el honor del Ejército”.

Esa soberanía se deposita en la Cámara de Diputados, que forma parte de uno de los poderes de la Unión. Y esa cámara, conforme al segundo párrafo del artículo 93°Constitucional, está facultada para convocar a los secretarios de Estado con el propósito de que respondan, bajo protesta de decir verdad, a interpelaciones y preguntas –ya sea ante el pleno, o bien, conforme al artículo 198 del Reglamento de la Cámara de Diputados, ante las comisiones técnicas– a fin de “ilustrar su juicio en el despacho de los asuntos que se les encomienden”.

Esto incluye, desde luego, a la Sedena: las filtraciones han dado a conocer casos de violación y abuso sexual a mujeres al interior de las fuerzas armadas, y el silencio impuesto a las víctimas; la venta de armamento a grupos del crimen organizado por parte de personal militar y desde campos militares; desapariciones forzadas; omisiones por parte del ejército al prevenir o evitar la violencia por parte de grupos del crimen organizado.

La conducta de Sandoval no solo constituye una falta de respeto a la Cámara y a las leyes respectivas. Conforme a los artículos 7º y 9º del Reglamento General de Deberes Militares, “el ejercicio normal del mando exige, de parte de todo militar, un conocimiento perfecto de sus deberes y derechos” y “los militares tienen obligación de desempeñar las comisiones del servicio que se les nombre de acuerdo con sus empleos o las funciones que desempeñen en el ejército”.

Con su negativa a comparecer, el general Sandoval no solo incurre en una grave falta administrativa: también falta a la disciplina de las fuerzas militares que él lidera.

Se coloca a sí mismo no solo por encima de las leyes militares y los controles de gobierno civiles, sino por encima de la Constitución misma.

Desafortunadamente para quienes aún abogan por el estado de derecho, el superior inmediato del general Sandoval, quien podría exigirle el cumplimiento de su deber o iniciar los procedimientos de corrección disciplinaria, es el comandante supremo de las fuerzas armadas, Andrés Manuel López Obrador.

En su narrativa, el presidente omite citar que los hackeos también han afectado a otros países, como Chile, en donde el jefe del Estado mayor conjunto renunció y la ministra de Defensa compareció ante el Congreso. Además, pretende hacer pasar las revelaciones mencionadas como un ataque “de los conservadores”, cuando se trata de información obtenida directamente por la vulneración a la Sedena.

Si la actitud define al liderazgo, desde el inicio del sexenio el general tomó nota de que, para el titular del ejecutivo, la ley es casi letra muerta. Solo que el general hoy está a cargo de la seguridad nacional a través del ejército, y de la seguridad pública a través de la Guardia Nacional.

Hace unos días, la militarización del país se extendió hasta 2028 a través de una reforma inconstitucional. Hoy preocupa la certeza de que al mando de tareas tan esenciales se encuentra un general que ha preferido ignorar, por principio, el mandato constitucional del pueblo al que debe sumisión y lealtad.

El general SI tiene quien le escriba y es ni más ni menos el pueblo quien lo demanda.