¿Transición pactada por PRIMOR en Hidalgo?



Jorge Montejo

La dinámica política en el estado de Hidalgo ha estado marcada por una aparente transición democrática, pero las sombras del gatopardismo han comenzado a emerger, revelando una continuidad que desafía las promesas de cambio. 

En el centro de esta controversia se encuentra la presencia de funcionarios del gobierno priista previo en puestos clave dentro de la administración morenista actual, mientras que a los fundadores de ese movimiento los relegaron a puestos de quinta, surgiendo interrogantes sobre la autenticidad de la transición.

Uno de los casos más emblemáticos es el de Linda Blancas, quien durante la administración del exgobernador Omar Fayad desempeñó un papel crucial como directora de relaciones públicas en el gobierno priista, además de ser prima de la ex secretaria de finanzas Jessica Blancas (supuestamente investigada por la estafa siniestra). Su rol incluía la gestión de los espectaculares publicitarios, lo que le otorgaba un control significativo sobre la imagen gubernamental en la vía pública. Sin embargo, lo que resulta llamativo es su reciente designación como directora general de promoción y mercadotecnia en la Secretaría de Turismo del gobierno morenista en Hidalgo, a cargo de Liz Quintanar.

Este caso ejemplifica el concepto del "gatopardismo", un término derivado de la novela "El Gatopardo" de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que hace referencia a la estrategia de aparentar cambios significativos mientras se mantienen intactas las estructuras y poderes previos. La designación de Blancas en un puesto de relevancia dentro de la administración morenista pone de manifiesto la simulación en la transición, toda vez que los verdaderos actores democráticos fueron relegados a cargos de quinta.

La presencia de antiguos funcionarios del régimen priista en el gobierno actual de Menchaca suscita preguntas sobre la sinceridad de la transición democrática en Hidalgo. Si bien el cambio de partido en el poder podría haberse interpretado como un movimiento hacia la renovación y la ruptura con el pasado, los vínculos y la influencia persistente de figuras clave plantean dudas sobre la profundidad del cambio logrado.

La situación también resalta la importancia de la rendición de cuentas y la transparencia en los procesos de transición gubernamental. Los ciudadanos esperan ver un cambio genuino en las políticas y prácticas del gobierno, y cualquier evidencia de continuidad puede socavar la confianza pública en la nueva administración.

El gatopardismo, en última instancia, subraya la complejidad de las transiciones políticas y la necesidad de un escrutinio constante de las acciones gubernamentales para evaluar la coherencia entre las promesas y los resultados. La sociedad hidalguense merece un proceso democrático auténtico que refleje un compromiso real con la transformación y la mejora del estado, y no solo una mera fachada de cambio.