Amor propio.


Andrea Jassán.

Una pregunta muy común de escuchar.

¿Por qué la mujer no se aleja de su agresor?

Imagínate que un día Juana va en la carretera y tiene un accidente.

Chucho que pasa por ahí se detiene y auxilia a Juana. Llama a la ambulancia. Cuida que no le roben la cartera, ni sus pertenencias. Se sube con Juana en la ambulancia.

Llegando al hospital, llama a los familiares de Juana. Espera junto con ellos en la sala de emergencia para asegurarse que Juana está fuera de peligro.

Durante la recuperación de Juana, Chucho va al hospital todos los días de visita. Se relaciona con sus amigos y familiares.

Cuando Juana sale del hospital, Chucho sigue de cerca su progreso, hasta que está en perfecto estado de salud.

Un día llega Chucho a casa de Juana.

Chucho: “Juana, no tengo a donde ir, ¿me dejas quedarme una noche en tu casa?

Juana: “Chucho pero por supuesto, ésta es tu casa”. (Sin pensarlo dos veces y en agradecimiento por salvarle la vida.)

Un año más tarde, Chucho sigue viviendo en casa de Juana. Chucho, no trabaja, no aporta para los gastos, no ayuda con las labores de la casa, en fin, un completo vividor.

Un día Juana se arma de valor y habla con Chucho.

Juana: “Chucho me da mucha pena pero tienes que apoyar en la manutención de la casa. Ya no puedo, ni quiero seguir manteniéndote. Puedes aportar o bien buscar otro lugar para vivir”.

Chucho: (claramente enojado) “¿Después de todo lo que hice por ti?. Te salvé la vida y, ¿así me lo agradeces?. Corriéndome de tu casa, cuando yo más lo necesito. Eres una desleal e ingrata”.

Juana se sintió tan mal que hasta una disculpa le ofreció. Y permitió que Chucho siguiera viviendo en su casa. Ahora Chucho, no sólo vive gratis en su casa, además la insulta, manipula y chantajea para seguir viviendo gratis en su casa.

Y así sucede cada vez que Juana se arma de valor para pedir que limpie o que busque trabajo o que no la insulte y no le falte al respeto.

Chucho sale con argumentos como: ¿así me pagas?, yo que te salvé la vida, que vi por ti, que nadie te ayudó, ni tu familia. Yo te rescaté del accidente, cuidé que no te robaran, te acompañé al Hospital. ¿Y así me pagas?. Eres una malagradecida e ingrata.

¿Es ridículo verdad?

Tú que estás leyendo el relato, seguramente ya pensaste por qué Juana se deja insultar, faltar al respeto, manipular y chantajear por Chucho.

¡Que lo mandé por un tubo!, total ella es la que tiene la casa, el trabajo y los medios para salir adelante sola y sin cargas.

Juana está atrapada entre el agradecimiento y sentimiento de culpa de correr lo de la casa o poner un límite a Chucho, que claramente está abusando de ella.

Chucho está consciente del abuso y manipula la situación a su favor sin importarle el daño que le genere a Juana.

Respondiendo a la pregunta del principio.

¿Por qué la mujer no se aleja de su agresor?

Sí del relato anterior, convertimos la metáfora del accidente, en una relación de pareja entre Juana y Chucho, podremos ver claramente el ciclo de abuso psicológico, emocional, económico y patrimonial.

Así le pasa a las mujeres que son víctimas de violencia. Es el proceso de la violencia hacia la mujer. Primero todo es miel sobre hojuelas, con pequeños avistamientos de banderas rojas y después están viviendo un infierno con una persona que sólo puso una extraordinaria trampa, fingió ser alguien que no es, engaño sin miramiento alguno, para después aprovecharse y violentar de todas las maneras posibles a su víctima.

La víctima, cada que quiere salir o por lo menos poner ciertos límites, es violentada cada vez con mayor intensidad y aumentando drásticamente la crueldad, hasta que el generador de violencia logra desgastar, devastar y destruir la fortaleza interna de la mujer.

Hay “hombres” que creen que debes permanecer junto a ellos por lealtad y gratitud, sin importar los actos miserables, los insultos y/o faltas de respeto.

La violencia física, psicológica, emocional, económica, sexual y patrimonial que los generadores de violencia infringen sobre sus víctimas, es un acto desdeñable, ruin, cobarde y atroz; sobre todo porque los “hombres” son soberbiamente conscientes y saben perfectamente el daño que están causando.

¡Claro que NO!, eres ni desleal, ni ingrata, sí decides huir y dejar atrás a esta “persona”.

Una cosa es ser leal y agradecida y otra muy distinta que tengas que aguantar cualquier bestialidad en nombre de la lealtad y gratitud.

Tomando como ejemplo, el relato del accidente, Juana puede agradecer toda la vida a Chucho, quien le ayudó y nunca olvidar el hecho, sin embargo, no tiene por qué cargar con él, por el resto de su vida. Generalmente en los accidentes siempre hay un ángel que ayuda, y también normalmente no vuelves a saber nada de él, sin embargo, cada que se recuerda el incidente se agradece al ángel.

Pues lo mismo es en una relación sentimental. Puedes reconocer y estar agradecida toda la vida con una persona que hizo algo por ti.

La gratitud hacia la pareja no nos obliga a quedarnos de por vida, ni soportar lo que sea, en nombre de esa gratitud.

Sí, a ti te pasa algo así con tu pareja, seguramente estás siendo víctima de abuso. ¡Busca ayuda profesional!

Puedes decidir perdonar a una persona. Eso no significa que tiene que seguir en tu vida. Lo mismo es con la lealtad y la gratitud.


No por que no, quieras volver a ver a una persona que decidió violentarte y lastimarte una y otra vez, te convierte en una persona desleal, mal agradecida e ingrata.

Tienes derecho a una vida en paz y sin violencia.