Durante décadas, la estática en los televisores analógicos fue un sonido común en los hogares. Ese mar de puntos blancos y negros, acompañado de un siseo constante, era para muchos una simple señal de que el canal no tenía transmisión. Sin embargo, una pequeña parte de ese fenómeno era mucho más que ruido: era una huella del origen del universo.
Se estima que aproximadamente el 1% de la estática que mostraban los televisores antiguos provenía de la radiación cósmica de fondo, un remanente del Big Bang ocurrido hace más de 13,700 millones de años. Esta radiación es una forma de energía que ha estado viajando por el universo desde que éste tenía apenas unos cientos de miles de años de existencia.
Cuando el universo era joven, estaba tan caliente que la luz no podía moverse libremente. Fue hasta que se enfrió lo suficiente —alrededor de 380,000 años después del Big Bang— que los fotones comenzaron a circular por el espacio. Esa luz primitiva todavía nos alcanza hoy en forma de microondas, y aunque no la percibimos directamente, los antiguos televisores podían captar una diminuta fracción de ella.
Con la llegada de la televisión digital, esta manifestación del cosmos desapareció de nuestras pantallas. Sin embargo, los científicos aún estudian esta radiación para comprender la estructura del universo, su expansión y su historia temprana.
Así que, la próxima vez que pienses en esos televisores “con fallas”, recuerda: por unos segundos, fuiste testigo directo de uno de los ecos más antiguos del universo.