Millones en Facebook para un funcionario sin campaña



Alonso Quijano

Mario Delgado Carrillo, actual titular de la Secretaría de Educación Pública, se ha convertido en uno de los mayores clientes de Meta en México. Según los reportes oficiales de la biblioteca de anuncios de la propia red social, desde agosto de 2020 hasta agosto de 2025 ha gastado 24 millones 540 mil 440 pesos en publicidad relacionada con temas sociales, elecciones o política. La mayor parte de ese gasto —24 millones 422 mil 82 pesos— está directamente vinculada a su nombre y a la promoción de su figura personal.


El dato resulta incómodo por una razón evidente: Delgado no compite por ningún cargo de elección popular. No busca votos, no está en campaña, y sin embargo ha invertido en Facebook una cantidad que equivale al valor de departamentos de lujo en la Ciudad de México, como los que el propio funcionario posee en Reforma 222.

Los reportes de Meta son claros: además del gasto atribuido directamente a Delgado, aparecen montos marginales ligados a páginas como Morena Sí y a otros nombres asociados. Pero el grueso del dinero se concentra en su perfil. Lo curioso es que mientras Delgado asegura que su labor está centrada en la educación, los números muestran que su prioridad en los últimos cinco años ha sido posicionarse en redes sociales con una estrategia millonaria.

La pregunta que flota en el aire es la misma que cualquier ciudadano haría: ¿de dónde sale tanto dinero para una promoción personal que no responde a una campaña electoral? Si es dinero privado, ¿por qué tanto interés en una figura política que asegura no buscar cargos? Y si son recursos partidistas, ¿qué sentido tiene financiar la autopromoción de alguien que ya ocupa un puesto en el gabinete federal?

Lo cierto es que Mario Delgado ha encontrado en Facebook un escenario paralelo donde su imagen se multiplica a golpe de millones, mientras el país discute recortes presupuestales y ajustes en áreas sensibles. Un contraste que no deja de ser un símbolo del doble discurso en la política mexicana: austeridad en el discurso, derroche en la pantalla.