Movimientos estudiantiles, ahora toca a la generación Z






30 de noviembre de 2025

En este país la historia se echa a andar por agravios acumulados y el régimen –dada su naturaleza autoritaria, dogmática y soberbia– ha agraviado a los jóvenes. Los ha tratado como delincuentes y se ha negado a responder con un mínimo de empatía a sus legítimas demandas, que se resumen en una sola: la protección de la vida humana.

En la movilización cívica del pasado 15 de noviembre participó un contingente de jóvenes que ha tomado conciencia política. Su movimiento es aún embrionario, disperso, débil, pero creo que prevalecerá a pesar de la persecución que sufren, y quizá aún más, debido a ella.

Pero el despertar tiene un costo y una exigencia: la de la acción política inteligente. No han aparecido liderazgos ni tienen un programa. Tampoco es claro que comprendan una verdad de hierro: su movimiento debe dar paso a una organización.

Las movilizaciones estudiantiles no son hechos aislados en este país sin embargo en algo definitivamente convergen, el ideal de un futuro mejor.

Dos movimientos estudiantiles en la historia de México dan una gran lección en lo que podría acabar este movimiento generacional cuya debilidad se debió precisamente a su falta de organización.

El primero fue el movimiento vasconcelista de 1929. Tras la derrota electoral de José Vasconcelos, el movimiento se esfumó como una burbuja. En su mayoría, los estudiantes abandonaron el ideal democrático. Unos abrazaron el comunismo, otros el fascismo, otros más se integraron al gobierno en grises puestos burocráticos. Habían fallado en crear una institución que perdurara. Habían perdido el futuro.

El siguiente gran movimiento estudiantil fue, por supuesto, el de 1968. El destino de muchos de sus líderes fue triste y en algunos casos trágico. La historia habría sido distinta si hubieran prevalecido las voces que sugerían formar un partido. Nuestra frágil democracia habría nacido antes y habría resistido mejor la tentación del caudillismo populista disfrazado de izquierda que ha llevado al país a la dramática situación en que se encuentra.

La generación Z no parece estar dispuesta a perder el futuro. Ojalá se organicen y articulen sus demandas.

Se trata de reconstruir la república democrática y libre que se nos ha arrebatado y que es el único destino admisible para México y por ende del mundo.