Escándalo en EE.UU Por empresas que comercian con cadáveres.


El caso de Harold Dillard, un hombre de Texas fallecido en 2009, destapó el funcionamiento de compañías privadas que obtienen cuerpos donados y los comercializan en Estados Unidos.

Dillard, enfermo de cáncer, aceptó entregar su cuerpo para fines médicos, convencido de que sería utilizado en la enseñanza de cirugías y que sus restos serían tratados con respeto. Sin embargo, meses después, la policía localizó su cabeza en un almacén de la empresa Bio Care, donde también se hallaron restos de al menos 45 personas desmembradas con instrumentos rudimentarios.

La investigación evidenció la existencia de intermediarios de cuerpos: firmas que adquieren cadáveres, los fraccionan y venden partes a universidades y centros de investigación. Mientras críticos califican esta práctica como un “negocio con la muerte”, defensores sostienen que cubre una necesidad real ante la escasez de donaciones en instituciones académicas.

De acuerdo con Brandi Schmitt, directora del programa de donación anatómica de la Universidad de California, en 2023 recibieron 1,600 cuerpos y mantienen un registro de 50,000 personas vivas dispuestas a donar. Según explicó, muchos lo hacen por altruismo, aunque el costo de los funerales también es un factor determinante.

El caso abrió un debate sobre la delgada línea entre la donación con fines científicos y el lucro con restos humanos, poniendo en el centro la dignidad de los fallecidos y la confianza de sus familias.