Miguel Hidalgo, el padre de la patria.



15/09/22

Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mondarte Villaseñor (Hacienda de Corralejo cerca de Pénjamo, Guanajuato, (Ocho de mayo de mil setecientos cincuenta y tres, Chihuahua, Chihuahua, treinta de julio de mil ochocientos once), fue un sacerdote y militar mexicano que destaco en la primera etapa de la guerra de la independencia de México, que inicio con un acto conocido en la historiografía mexicana como grito de dolores. Dirigió la primera parte del movimiento, pero tras una serie de derrotas fue capturado el veintiuno de marzo de mil ochocientos once y llevado prisionero a la ciudad de Chihuahua, donde fue juzgado y fusilado el treinta de julio.

En junio de mil setecientos sesenta y cinco, Miguel Hidalgo, junto a su hermano José Joaquín, partió a estudiar al Colegio de San Nicolás, ubicado en Valladolid, capital de la provincia de Michoacán. El colegio había sido fundado en mil quinientos cuarenta y siete por Antonio de Mendoza, primer Virrey de la Nueva España, quien entregó la universidad y el edificio donde se alojaba a los miembros de la compañía de Jesús, que instituyeron cátedras del latín, derecho y estudios sacerdotales. Fue en esta casa donde los hermanos Hidalgo estudiaron hasta mil setecientos sesenta y siete.

El veinticinco de junio del mencionado año, los jesuitas fueron expulsados de los territorios del imperio español por órdenes del rey de España Carlos III, y su ministro, el Conde de Floridablanca. El colegio permaneció cerrado unos meses y en diciembre se reanudaron las clases.

En esta institución, Hidalgo estudio letras latinas, leyó a autores clásicos como Cicerón y Ovidio, así como otros como San Jerónimo y Virgilio. A los diecisiete años de edad ya era maestro de filosofía y teología, por lo que entre sus amigos y condiscípulos se ganó el apodo de "El Zorro", por la astucia que mostraba en juegos intelectuales. Aprendió el idioma francés, y estudió a Moliere, cuyas obras teatrales organizaba siendo párroco de Dolores. Gracias al contacto que tuvo con los trabajadores de su hacienda en su infancia, la mayoría de ellos indígenas, Hidalgo aprendió muchas de las lenguas indígenas habladas en Nueva España, principalmente Otomí, Náhuatl y Purépecha, ya que la zona de Pénjamo era una de las regiones con mayor diversidad de grupos indígenas y de contacto entre el mundo nativo y el español. Todos estos conocimientos permitieron a Miguel Hidalgo impartir clases de latín y filosofía a la vez que seguía sus estudios. Una vez que los culmino, trabajo en su alma mater desde mil setecientos ochenta dos a mil setecientos noventa y dos, muchas veces como tesorero, otras como maestro y desde mil setecientos ochenta y ocho como rector.

La invasión francesa a España, en mil ochocientos ocho, produjo en el virreinato la crisis política de mil ochocientos ocho en México, caracterizada pro el derrocamiento de Iturrigaray a manos de los españoles, seguidos de la captura y ejecución de políticos afines a las ideas independentistas como Francisco Primo de Verdad y Ramos, así como el fraile peruano Melchor de Talamantes. 

En lugar de Iturrigaray fue nombrado un militar alcalaíno Pedro de Garibay, quien en mayo de mil ochocientos nueve, fue sustituido por el arzobispo de México, Francisco Xavier de Lizana y Beaumont. En diciembre de ese mismo año se descubrió la conjura de Valladolid, conspiración cuyo único fin fue crear una junta que gobernara al virreinato en ausencia de Fernando VII, preso en Bayona. Los culpables fueron arrestados y sentenciados a muerte, pero el arzobispo virrey les perdono la vida condenándoles a cadena perpetua, razón por la que Lizana fue destituido en abril de mil ochocientos diez por la junta de Sevilla. Como nuevo Virrey fue designado un militar participante de la batalla de Bailen, el teniente coronel Francisco Xavier Venetas de Saavedra.

En este orden de ideas, en mil ochocientos ocho, se documentó en dolores la llegada de un agente francés al servicio del general Moraeu, enemigo de Napoleón. El agente dio su nombre como Octaviano D´Almíbar, dijo que estaba en una misión rumbo a los Estados Unidos de América y en octubre del mismo año despareció sin dejar huella alguna. Cuando Andalucía cayó en manos de los franceses, en la primavera de mil ochocientos diez, toda España ya estaba en poder del ejército napoleónico. La archidiócesis de Zaragoza, encargada de los asuntos religiosos en toda la metrópoli, ordeno a los párrocos de todo el imperio predicar en contra de Napoleón. Hidalgo siguió esta orden. 

Mientras tanto, en Querétaro se gestaba una conspiración organizada por el Corregidor Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortiz de Domínguez, también participando los militares Ignacio allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo. Allende se encargó de convencer a Hidalgo de unirse a su movimiento, ya que el cura de Dolores tenía amistad con personajes muy influyentes de todo el bajío e incluso de la nueva España, como Juan Antonio Riaño, intendente de Guanajuato y Manuel Abad y quipo, obispo de Michoacán. Por estas razones se consideraba que Hidalgo podría ser un buen dirigente del movimiento, por lo que este aceptó, y se puso como fecha de inicio para el primero de diciembre, día de la virgen de San Juan de los Lagos, donde muchos españoles se reunían a comerciar en una feria cercana a Querétaro. Allende propuso más tarde hacerlo el dos de octubre, por cuestiones militares y estratégicas.

En la primera semana de septiembre arribó a Veracruz el Virrey Venegas, quien de inmediato recibió información acerca de una conspiración contra el gobierno español en México. El intendente de Guanajuato, Riaño, ordenó al comandante de la plaza investigar sobre aquellos rumores, y el once de septiembre se realizó una redada en Querétaro cuyo fin fue capturar a los responsables. Se logró arrestar a Epigmenio González y se giró orden de aprehensión en contra de Allende, que escapo a una población del bajío.

Por medio del alcalde de Querétaro, Doña Josefa fue informada de la captura de los Ibarra y se dispuso a prevenir a Hidalgo sobre el peligro que corrían. Pero antes de salir a Dolores fue encerrada en un cuarto por su marido, Sin embargo, la corregidora pudo contactar con Allende a través de Balleza, para informar oportunamente a Hidalgo.

En las primeras horas del dieciséis de septiembre, allende arribó la casa rural de Dolores, donde Hidalgo se hallaba pernoctado. Tras despertarlo y charlar un poco acompañado de chocolate, ambos militares decidieron lanzarse a la lucha armada antes de que los españoles destruyeran sus planes. Alrededor de las cinco de la mañana, Hidalgo convoco a misa y dio El Grito de Dolores, con lo que empezó formalmente la guerra de independencia de México.

Con poco más de seis mil soldados, acompañado de Allende, Aldama y Abasolo inicio la lucha. En pocos días entro, sin ninguna resistencia en Celaya y Salamanca, donde fue proclamado como capitán general de los ejércitos sublevados, en Atotonilco, entro al santuario local y tomo el estandarte de la virgen de Guadalupe, símbolo de su movimiento.

Al entrar a Guanajuato, el veintiocho de septiembre, Hidalgo intentó intimidar al intendente de Guanajuato, su viejo amigo Juan Antonio Riaño, pero el marino español desistió de entregar la plaza sin derramar sangre, prefirió reunir al regimiento local para acuartelarse en la bodega más grande de toda la provincia; la alhóndiga de granaditas, donde también se congregaron miembros de las familias más acaudaladas de la ciudad. Hidalgo ordenó a Allende, brazo armado del movimiento, lanzar a sus tropas contra el edificio. Tras más de cinco horas de combate, el intendente salió a luchar cuerpo a cuerpo, pero fue asesinado de un balazo, que le propino un indio. 

Uno de los abogados que legalmente debía quedarse a cargo de la intendencia en ausencia del titular, intento pactar con los insurgentes y alzo una bandera blanca en señal de paz, por lo que las tropas rebeldes cesaron el ataque. El coronel García de la corona, comandante militar de la plaza, mato al regidor y reinicio las acciones bélicas, con ayuda de un minero llamado Juan José de los Reyes Martínez, pro apodado «El Pípila», quien quemo la puerta de la bodega, los militares al mando de Allende y Aldama pudieron penetrar en la alhóndiga, y una vez dentro mataron a todos los españoles, tanto ciudadanos como militares. Acto seguido se dio el saqueo de la ciudad, con lo que los insurgentes pudieron conseguir fondos para batallas posteriores.

Nota: el padre de la patria lo conocemos en cuanto a su físico, como retrato hablado, pues él nunca se retrató ni poso para ningún pintor, además no podía ser un anciano ya que fue fusilado apenas había cumplido cincuenta y ocho años de edad.
___________________________ 
En memoria del investigador histórico, Miguel Ángel Serna Ortega. Pachuca de Soto, Hidalgo, artículo escrito para Nuevo Gráfico en septiembre 2012.