LAS ADELITAS EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Por Miguel Ángel Serna Ortega
Investigador Histórico

Se conoce como adelitas o 'soldaderas' a las mujeres que participaron en la Revolución mexicana, en los contingentes militares de grupitos revolucionarios como soldados, cocineras, enfermeras o ayudantes.

Versiones historiográficas y periodísticas coinciden en señalar a Adela Velarde Pérez, enfermera oriunda de Ciudad Juárez, como la persona que inspiró el corrido popular "Adelita". Fue nieta de Rafael Velarde, amigo de Benito Juárez, quien dio alojamiento al Benemérito de las Américas en su exilio en Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez). En 1914, "Adelita" atendió al soldado herido Antonio del Río Armenta, quien le compuso el famoso corridos.

Adelita atendía a los heridos villistas de la División del Norte, como parte de la Brigada de la Cruz que formó la señora Leonor Villegas de Manón. Al concluir la lucha armada, Adela Velarde Pérez, perfectamente identificada, recibió años después un homenaje como veterana de guerra.

Cada 20 de noviembre, muchas niñas se disfrazan de adelitas como parte de las actividades para la celebración del día de la Revolución mexicana.

Adelita fue una legendaria mujer que participó en la revolución mexicana en 1910. La Adelita verdaderamente existió. Hay quien sostiene que su nombre real era Altagracia Martínez, perteneciente a la clase alta en la ciudad de México. Simpatizante de la revolución se une a la misma, siendo bautizada con el nombre de “Adelita” por el General Francisco “Pancho Villa” y el General Rodolfo Fierro. También es conocida como Marieta Martínez. Al parecer fue asesinada por mandato de Pascual Orozco. Sin embargo, actualmente el término “Adelita” se usa para referirse a todas aquellas mujeres soldados que participaron en dicho movimiento armado.

Las mujeres identificadas como “Adelitas” en el período de la revolución mexicana, eran parte fundamental de ese movimiento social y tenían funciones de enfermeras, despachadores de trenes, correos, espías, enlaces, abastecedoras de armas, telegrafistas, propagandistas de las ideas revolucionarias, combatiente y ocupando puesto de mando, también estaban las coronelas entre ellas encontramos a Carmen Alanis, la cual se levantó en armas en Casas Grandes, Chihuahua y participó en la toma de Ciudad Juárez con 300 hombres a su mando, la coronela Juana Gutiérrez de Mendoza y, la china que comandaba un batallón formado por las viudas, hijas y hermanas de los combatientes muertos, finalmente está Dolores Jiménez y Muro, coronela Redactora del Plan Político y Social que desconoció al régimen porfirista; redactora del diario liberal “Diario del hogar” y participante de “Las Hijas de Cuauhtémoc”.

Idealizada en la mayoría de las películas mexicana, éstas no reflejan su pobreza, sumisión y sufrimientos; es, hoy, en día, inspiración de nuestras niñas, que en las escuelas se transforman en Adelitas por un día para recordar el inicio de la gesta revolucionaria de 1910.

¿Cuántas de ellas habrán muerto o quedado lisiadas? Mujeres que pasaron a la historia a través de las películas mudas, o fotografías mostrando la dureza de sus rostros, producto de vivir en medio de la crueldad de la guerra, por estar con el compañero, elegido con libertad.

Otro hecho dejado de lado por la historia oficial es que, en 1911, en medio del polvo, los ferrocarriles y las balas, poco más de mil mujeres, lideradas por la organización “Amigas del Pueblo”, que apoyaba a Madero, firmaron un documento dirigido al presidente interino Francisco León de la Barra para pedir el derecho al voto. La exigencia no se planteó de manera frívola, se sustentó con el argumento de que la Constitución de 1857 vigente en ese momento, no prohibía explícitamente ese derecho, por lo que les era permitido ejercerlo. Esta lucha continuó hasta la administración del presidente Adolfo Ruiz Cortínez, en los 50.

El énfasis eran los derechos políticos en cuanto al derecho al voto de las mujeres. Derivado de ello en 1924 en el Estado de San Luis Potosí se aprobó el voto de las mujeres en las elecciones municipales en 1925 en el Estado de Chiapas se concedió a la mujer de los 18 años de edad en adelante los mismos derechos políticos del hombre. Entre 1923 y 1925 en Yucatán y Tabasco se concede la igualdad jurídica a la mujer para votar y ser votada en puestos de representación popular, esto permitió el inicio de las primeras diputadas locales como Fidelia Brindis, Elvia Carrillo Puerto y Hermilia Galindo, en 1924 Rosa Torres se erige la primera presidenta municipal de Mérida.