Por María Gil
Analista Político
Luego de las charlas concedidas por Enrique Peña Nieto a la televisión nacional, la prensa extranjera, también retomó el tema de la promulgación de las leyes secundarias de la reforma energética, con diferentes matices.
De esta manera, los ojos de los grandes capitales extranjeros en materia de energía y telecomunicaciones, están puestos en México. Diarios como el francés “L’Opinion”, resaltaron el hecho de que en 20 meses, el titular del Ejecutivo Federal haya realizado tantos cambios a la Constitución.
81 leyes han sido modificadas, 21 textos legislativos se han creado y 15 han sido suprimidos.
Por su parte, el diario “La Croix” escribió que “el gobierno mexicano quiere relanzar la producción de petróleo, disminuir el coste de la energía y reforzar el crecimiento económico del país.” Además de que esta reforma es “una oferta excepcional para los grupos franceses como Total o Gaz de France (GDF) Suez”.
El embajador de México en Francia, Agustín García-López, dijo que “después del gran regreso del acuerdo de libre comercio norteamericano hace 20 años, México vive de nuevo un momento clave de su historia”.
Comentarios como el del analista francés Nicolas Mazzuchi acerca de que el mercado mexicano representa un nicho de oportunidades para las empresas francesas, o los del embajador de México ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Dionisio Pérez-Jácome, quien expresó que con la reforma energética México busca “bajar el costo de la energía para futuras generaciones”, hacen eco en la economía global bajo el interés de los grandes consorcios.
Sin embargo, Mazzuchi señaló que la población mexicana “no quiere poner su economía bajo tutela. La cuestión del nacionalismo energético es muy epidérmica para los mexicanos”.
El Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG), centro de investigación vinculado a la Cátedra Unesco de Sostenibilidad de la Universitat Politécnica de Catalunya, indicó que la enmienda en materia energética representa una “pérdida de soberanía tremenda”.
México se coloca a contracorriente, a partir de las evidencias documentadas del gran impacto negativo y sistemático” en la apertura del sector energético y de hidrocarburos, indicó Mónica Vargas Collazos del ODG, y agregó que México se tiene que ver en el espejo de Colombia, Ecuador o Nigeria, países que han enfrentado crisis financieras y medioambientales a raíz de la incursión de las megapetroleras.
En el caso de Colombia hizo hincapié en que no sólo en el saqueo de recursos sino también en la operación de grupos paramilitares:
“No tenemos pruebas de que las empresas trasnacionales asentadas en Colombia financien grupos paramilitares. Lo que sí es un hecho es que los mapas de la presencia de multinacionales se calca perfectamente con el de la violencia contra las comunidades y contra activistas de los derechos humanos, y con el de la presencia de actividad militar o paramilitar. Ese es el espejo en el que México debería observarse”.
En el contexto mexicano, la resistencia de los pueblos originarios y de las comunidades indígenas y mestizas ha mantenido al margen, en medida de lo posible, a la delincuencia organizada. Pero con la incursión de empresas extranjeras, además tendrán que defender el territorio del despojo, una vez que el gobierno federal declaró como preponderante la actividad energética sobre cualquier otra actividad.
Así, no resulta difícil aventurar un panorama adverso a lo largo del país, donde la población mexicana estará bajo el yugo del capital extranjero.
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Fuente: Revolución Tres Punto Cero.
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