NO TENEMOS MIEDO

Por Roberto Longoni.

Para mi hermano Gino, que quiere ser periodista...

El miércoles pasado un grupo de tres hombres armados ingreso cerca de las 11 de la mañana a la Editorial de la Revista “Charlie Hebdo” en París y abrió fuego contra los presentes, matando a doce personas. El atentado se prescribe hoy como uno de los más fatídicos en la historia de Francia y el mundo entero.

Esa misma tarde, miles de personas conmovidas se movilizaron a la Plaza de la República para mostrar su desprecio, su enojo, su dolor, en contra de los ataques. En medio de la multitud, abanderada bajo la consigna de #yosoyCharlie, se alcanzaba a notar un gran cartel sostenido por algunos jóvenes, y que ocupo la portada de los diarios en muchos lugares alrededor del mundo, este precisaba: Not afraid (No tenemos miedo).

En México, ejercer el periodismo, hoy por hoy, es considerado un oficio de alto riesgo. Lejos de la farándula, de los reflectores o el servilismo, el verdadero periodista, que busca ejercer su profesión con espíritu liberador, crítico y creativo, es víctima igualmente de abusos, censura, desapariciones, amenazas, y ataques por parte del fundamentalismo del poder, que, en su cerrado método, busca imponer líneas de opinión y velar la verdad. En México, entonces, en realidad no estamos lejos de ser Charlie. 

Los contextos pueden ser distintos. De ese lado, el fundamentalismo religioso, que entiende las creencias y a un Dios, como una excusa para la guerra y la ira. En mi opinión, nada más alejado de un Dios de vida, de amor, como lo puede ser. Del otro lado, el fundamentalismo occidental, que bajo las banderas de democracia y libertad, extiende su intolerancia y su colonialismo cada vez más al medio oriente, a nuestra América, al mundo entero, violentamente. Se habla mucho del terrorismo musulmán, pero pocas veces vemos que se hable del Terrorismo de Occidente, encabezado por Estados Unidos, igual de “bárbaro”, por decir algo. Al final, la propuesta de esos poderes es el silencio y la censura, la mentira y la muerte. 

Queda entonces, que las muchas consignas del momento se unan en un solo propósito. Es la hora de entender lo que los compañeros periodistas de Charlie Hebdo comprendían. El propósito de que a las balas y la violencia que proponen los enemigos de la crítica y la verdad, los enemigos de la creatividad, antepongamos precisamente eso, el verso libre, la opinión incomoda, el dibujo inteligente y de denuncia. Para que ellos sepan, que, a pesar de todo, no tenemos miedo.