EL PAÍS DEL DESGARRO… Y LA DIGNIDAD.


Por Roberto Longoni.


En medio del “dolor de un mundo desgarrado” es que Ernst Bloch se atrevía, rebelde, a hablar de la inaplazable esperanza. En medio de un país desgarrado se vuelve imprescindible hablar de dignidad para realizarla. 

¿Cómo es posible eso en medio de la catástrofe que vivimos?; ¿Cómo realizar la utopía de la dignidad y la justicia en medio de un país donde la corrupción es ley, donde la violencia nos asola y nos penetra hasta el alma, donde el cinismo y el desprecio son los ideales que rigen nuestras vidas, donde la misma bandera se hace jirones por la tormenta que se avecina? 

De nuevo la respuesta viene de las entrañas de la patria/matria, de las personas que viven en carne propia la injusticia y que hablan desde su dolor y desde su rabia, no con odio, si no con esperanza. 

Estela Hernández, mujer indígena, frente a los captores de su madre y frente al país entero, se atrevió a la denuncia. En un ejercicio de rebeldía y memoria, Estela nos recordó que aún hay quienes están dispuestas a luchar en contra de este sistema criminal; que aún hay quienes no están dispuestos a aceptar los fundamentos que rigen esta sociedad injusta; que aún existe la rebeldía y que el miedo no es una opción, como tampoco lo es el olvido. 

Con Estela, (Jacinta, Teresa y Alberta), se hace presente el “recuerdo, recordamos. Ésta es la manera de ayudar a que amanezca sobre tantas conciencias mancilladas, sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta, sobre el rostro amparado tras la máscara. Recuerdo, recordemos, hasta que la justicia se siente entre nosotras”[1]; hasta que la paz sea posible, hasta que la dignidad se haga costumbre. 
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[1] Rosario Castellanos, Memorial de Tlatelolco
- Imagen tomada de Televisa News.