JESÚS MURILLO, EL MAGO DE LA POLÍTICA HA VUELTO.


Por Jorge Montejo.

Allá por los primeros años de la década de los noventas era costumbre en México, entre los múltiples críticos del partido gobernante, llamarlo el “prinosaurio”. Se vivían entonces los tiempos de la “transición democrática” y era común mirar el caso mexicano en el espejo de los cambios de régimen político acontecidos en el sur de Europa, tomar como modelo el hundimiento de las dictaduras militares de América Latina, o incluso compararlo con la debacle de los “socialismos reales” en los países de Europa del Este. Pero la metáfora paleontológica y el espejo analítico deformaban la visión en un punto fundamental. A diferencia de las huestes cívico-militares de Salazar, Videla o Ceausescu, el PRI no era un animal político en extinción ni un adversario “inaceptable” en el nuevo orden democrático por venir. Era, para utilizar la clasificación de Sartori, un partido “hegemónico”, y no podía darse por liquidada su capacidad para adaptarse a un sistema de competencia plural que podía llegar a tenerlo como un actor relevante. 

Al fin y al cabo, el PRI ha tejido durante décadas un paradigma de gobernabilidad que permitió pacificar el país después de la marea revolucionaria de principios del siglo XX, empujar la economía por la senda del “desarrollo estabilizador”, y evitar que la sociedad mexicana se desangrara en los pendulares quiebres autoritarios padecidos por la mayoría de los países latinoamericanos; en ese vasto itinerario había mostrado una notable habilidad camaleónica para sobrevivir en la jungla del poder. 

Lo anterior viene al caso, porque el PRI ha aprobado una reforma a sus estatutos que le permitirá postular a ciudadanos sin militancia para cargos de elección popular, cuando su prestigio y fama pública señale que se encuentran en un nivel de reconocimiento y aceptación y, en consecuencia, en condición competitiva para ganar elecciones; modificaciones que le pueden abrir la puerta a muchos ciudadanos.

Sin embargo, esa capacidad de adaptación que esta mostrando el PRI, puede revelar fisuras en las entrañas del partido, ahí a donde cómodamente han vivido decenas de políticos y pandillas políticas que han succionado a México hasta dejarlo moribundo.

Pero para eso justamente ha llegado Jesús Murillo Karam, para hacer lo que sabe hacer,  moverse entre las sombras, aparecer en los momentos decisivos, "armonizar intereses distintos", tejer las redes de poder para construir los acuerdos entorno a la figura del nuevo candidato presidencial. 

El mago de la política está de vuelta, el amigo del Presidente, aquel personaje que ayudó a construir la presidencia de Enrique Peña Nieto y que ha  sido el constructor de infinidad de carreras políticas, incluso la del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y la del Gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, al parecer apuesta por la necesidad de "ciudadanizar democráticamente al tricolor”.

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P.D. Por cierto, habrá quién le cuestione a Murillo lo del caso ayotzinapa, pero queda claro que desde la PGR el no dio la orden de desaparecer a los normalistas, al ex procurador lo cansaron desde los medios para que la opinión pública lo culpara de los hechos y se desviara la atención de los verdaderos responsables... o ¿Me equivoco?