ELOGIO DEL DIÁLOGO.


Por Roberto Longoni.
16/01/2020.

En algo en que estaríamos de acuerdo conservadores y libertarios (si acaso vale esta distinción aun) es que en los tiempos actuales es casi imposible decir algo sin causar polémica. 

Para muchos esto es un problema, quizás porque tiene tan normalizadas ciertas formas de vida y de acción que les es imposible poder pensar más allá de sus propias experiencias o modelos. Para mí es algo maravilloso que en los tiempos actuales la gente reaccione de muchas maneras a lo que pasa y a lo que se dice. 

Es maravilloso, no porque esté de acuerdo con todas las maneras u opiniones con que la gente reacciona a ciertos temas o polémicas, sino porque pienso optimistamente que esto da cuenta de una sociedad cada vez más interesada en involucrarse en las discusiones que se dan en la en la esfera pública. 

Por supuesto que soy consciente de los riesgos que pueden implicar actitudes reaccionarias ante cuestionamientos cruciales como el derecho al aborto o al amor de pareja, pero pienso que eso nos coloca justamente ante un panorama en el cual es preciso abrir la mente y el corazón para propiciar diálogos críticos, reflexionados y fundamentados, pero también apasionados y sentidos. 

Claro que todo esto conlleva una responsabilidad política, que no se reduce a formar parte de un partido político o a votar en las siguientes elecciones. Tampoco a publicar algo en Facebook. Esta responsabilidad tiene que ver más bien con asumir las potencias encerradas en estos tiempos de transición, pero no para hacer adulaciones acríticas o comentarios arbitrarios, sino para propiciar y abrir espacios de diálogo y pluralidad, que nos permitan alumbrar nuevos horizontes y no cerrarlos o darlos por sentados, como se pretende desde la derecha, pero también desde la izquierda institucional. 

En este sentido, creer que el diálogo está cerrado porque hace dos años un presidente de izquierda llegó a la presidencia es renunciar a nuestro deber reflexivo y crítico como personas y como sujetos políticos. 

Ante este panorama siempre será político y potente contar con un espacio donde poder decir lo que uno piensa, y donde sacar a pasear las palabras para que otros puedan unirse a la discusión. Disentir, opinar y argumentar. 

La lucha por estos espacios abiertos de diálogo es algo que desde sus inicios hace 62 años ha caracterizado a “El Nuevo Gráfico”. La vigencia de su apuesta por escuchar y hablar con diversas voces, así como la pertinencia de su permanencia en una época especialmente convulsa tanto en México como en el estado de Hidalgo, es muestra de que no podemos renunciar nunca a decir algo, por mínimo que sea, en contra del silencio que pretenden los conformistas y los poderosos de siempre. 

Felicidades por otro aniversario, y que sigan circulando las palabras y los sentires por estas páginas, que para eso están.