Un crimen en el callejón de Las Ratas.



Juan Manuel Menes Llaguno | Cronista del Estado de Hidalgo 🖋

Los expedientes judiciales, son una fuente inagotable de historias que contar y datos de donde abrevar sobre la vida cotidiana de las generaciones que en el pretérito habitaron pueblos y ciudades de nuestra entidad. Dramas y comedias pueden construirse a partir de la declaración de testigos o la confesión de los implicados en la comisión de delitos, ello, sin contar la riqueza informativa que puede obtenerse sobre cada época, desprendida del desahogo de pruebas documentales, periciales, inspecciones y otros instrumentos utilizados por víctimas y acusados. Sin menoscabo de las causas criminales, los asuntos civiles o mercantiles son también germen para elegir interesantes tramas suscitadas en el pasado remoto o inmediato.

​Uno de estos expedientes tramitado en el último tercio del siglo XIX, es sedimento de la siguiente historia que con nombres y lugares cambiados se cuenta aquí de manera sucinta. Gelasio (N), capataz de una de las muchas haciendas pulqueras que había por el rumbo de Zempoala, sostenía un tórrido romance con Verónica (N), una joven que entonces laboraba como secretaria del Superintendente de la Compañía Mexicana de Minas, que explotaba gran parte de los fundos de Pachuca, Real del Monte, El Chico y Cerezo.

​Era Gelasio un hombretón de un metro y ochenta centímetros de estatura, de cara redonda, ojos verdes y fino bigote recortado, había contraído años atrás, matrimonio con Conchita (N), una mujer de gran personalidad, aunque de diminuta estatura, con quien vivía en la hacienda de la que era capataz, en compañía de los tres hijos procreados en su matrimonio. Pero he aquí que Gelasio, los lunes de cada semana, acudía a Pachuca a efecto de vender a la compañía de minas, carnes y pieles que como producto secundario se generaban en la hacienda en la que trabajaba, circunstancia que aprovechaba para verse con Verónica.

​La promesa de separarse de Conchita, mantenía a la joven secretaria en la creencia de que podría hacer con Gelasio una vida futura, por lo cual, le vio siempre con simpatía, al mismo tiempo la joven secretaria se veía acosada por míster Kenet,un sajón de edad madura, que fungía como superintendente de la gran empresa minera, quien aunque casado, vivía en Pachuca enteramente solo, pues su esposa radicaba en Cornwell Inglaterra y al igual que Gelasio, le había propuesto mantener relaciones en tanto se separara de su esposa en la Rubia Albión. Atribulada por la situación Conchita no atinaba a dar respuesta a sus pretendientes, que día con día la hostigaban con nuevas propuestas.

​La Mañana del lunes 13 marzo de 1888, la ciudad de Pachuca, se despertó con la terrible noticia de que Veronica (N), había sido encontrada muerta en el callejón de “las Ratas” por el rumbo del barrio de “La Cruz de Ciegos” al oriente de la ciudad. Su cuerpo recibió más de cincuenta puñaladas como lo apuntó el médico legista en el certificado de necropsia. La víctima, desangrada murió minutos después de la una de la mañana, cuando se dirigía a su casa después de asistir al velorio del padre de una de sus amigas, a unos metros del lugar donde fue asesinada.

​Fue Pedro Andrade, dueño de la vivienda ubicada en el número 18 del callejón de “Las Ratas” quien halló el cuerpo de Verónica minutos antes de las seis de la mañana, cuando salía para dirigirse a su trabajo. Horror y estupor causó entre los habitantes de Pachuca aquel homicidio cometido con gran saña, el que dio oportunidad a los voceadores de periódicos para cantar la noticia contenida en una edición especial aparecida al día siguiente, ¡extraaa!,¡extraaa! entérese del crimen cometido en el Callejón de Las Ratas. Mujer que fue cocida a puñaladas, se presume un crimen pasional ¡extra!, ¡extra!, lleve la extra, fue seguramente la arenga que se escuchó por toda la ciudad, en la que se vendieron cientos de aquellos ejemplares, como pan caliente.

En efecto, el juez pesquisidor, Isaac de La Sancha, inició las averiguaciones, en las que los primeros implicados fueron Gelasio, míster Kenet y hasta Pedro Andrade, cuya situación se complicó al huir de Pachuca tan pronto se enteró de que iba a ser encarcelado. Pero he aquí el gran error, al ser aprendidos Gelasio y Kenet, después de identificarse en el penal, ciegos de celos el uno del otro, se enfrascaron en una truculenta riña, que arrojó como consecuencia la muerte de Gelasio a manos de míster Kenet, quien fue acusado ahora de dos homicidios.

Pero cuando el juez se preparaba para pronunciar la sentencia que iba a condenar al Cornwalense, se presentó ante la autoridad Conchita (N) la esposa de Gelasio, quien confesó haber sido la autora del homicidio de Verónica a la que calificó de “destruye hogares” por haber embaucado a Gelasio su marido.

Terrible situación, pues Verónica ausente de lo que causaba al seno del hogar de Gelasio, fue víctima de los celos de Conchita que así creyó defender su hogar; Gelasio sin ser el autor del homicidio, pereció a manos de Kenet quien sin ser tampoco el homicida de Verónica, fue condenado a 40 años de prisión por haber dado muerte a su rival de amores. Dos muertos y dos sentenciados a cárcel fue el resultado de aquellos acontecimientos, que los pachuqueños bautizaron con el nombre “del crimen del callejón de Las Ratas”

​​​​​Pachuca Tlahuelilpan agosto de 2020