Texas también sufre la falta de agua.

En Corpus Christi, las autoridades han tomado la decisión de restringir la extracción de agua para buscar preservar la ecología en los humedales costeros, sin embargo las refinerías y plantas químicas aun a pesar de la sequía.

Pero las preocupaciones por la sequía se extienden más allá de Corpus Christi; en los suburbios del centro de Texas, entre Austin y San Antonio, se ha declarado la cuarta etapa de sequía por primera vez en 36 años. Los meteorólogos advierten sobre la probabilidad de otro verano abrasador, lo que agrava aún más la situación.

El cambio climático se señala como un factor exacerbante de las sequías -que cada vez son más prolongadas- y los extremos climáticos, con olas de calor más intensas. Aunque las precipitaciones invernales y primaverales ofrecen alguna esperanza de alivio, hasta ahora las lluvias no han sido suficientes para reponer los embalses.

La situación es especialmente grave en el Distrito de Conservación de Aguas Subterráneas Hays Trinity, donde la extracción excesiva de agua por parte de una empresa privada ha desencadenado conflictos legales y amenaza con secar los pozos. Otros embalses, como el de Canyon Lake, también muestran signos preocupantes de reducción en su capacidad.

Además, a lo largo del extremo sur de Texas, incluyendo la frontera con México, aproximadamente 6 millones de personas dependen del suministro de agua del Río Bravo. Sin embargo, el caudal de este ha disminuido en un 28 por ciento, y se han perdido el 93 por ciento de los humedales cuya función es retener y almacenar agua dulce tanto para consumo humano, como para producción y sostenimiento de la vida silvestre; preocupa aún más la contaminación de estas aguas, que ha sido motivo de quejas oficiales entre los dos países limítrofes.