El Periodismo en Hidalgo: Entre la Propaganda y la Crítica.



Julio Gálvez

El pasado 7 de junio, la conmemoración del Día de la Libertad de Expresión nos invitó a reflexionar sobre el complejo panorama mediático en Hidalgo, donde dos corrientes divergentes marcan el quehacer periodístico: aquellos propagandistas que reproducen la información gubernamental en beneficio de una élite, y los valientes que se atreven a criticar.

En el contexto de una sociedad democrática, la dicotomía entre estos enfoques es crucial para la formación de la opinión pública. La democracia, más allá del derecho a votar, encuentra en la libertad de expresión uno de sus pilares fundamentales. Sin ella, la democracia carece de sustento y viceversa. Este derecho no solo implica la capacidad de comunicar, sino también el derecho a la libre opinión pública, alimentada por diversas voces y perspectivas.

En Hidalgo, la mayoría de los medios de comunicación propagandistas, están financiados por el gobierno, replicando la información oficial a cambio de compensaciones económicas. Pocos medios se atreven a generar críticas constructivas e investigaciones, esenciales para una opinión pública robusta y una democracia vital.

La falta de una ideología política clara o la búsqueda del "chayote" (soborno), ha llevado a que medios antes alineados con el PRI ahora respalden a Morena. Ejemplos notables son "El Sol" del empresario priista Mario Vázquez Raña y "Criterio", conocido despectivamente como "Priterio", Milenio Hidalgo favorito de Fayad, ahora heredado a la nueva administración de PRIMOR. Sin embargo, aún existen medios que persisten en la crítica valiente del poder establecido e hipócrita, en beneficio del pueblo.

El verdadero periodismo no se limita a reproducir discursos oficiales; su tarea desafiante es cuestionar el poder, ofreciendo un espacio donde la opinión pública se nutra de diversas perspectivas. En Hidalgo, el periodismo se encuentra en una encrucijada entre la reproducción servil y la crítica valiente, determinando el camino hacia una sociedad informada y participativa.

La libertad de expresión es uno de los derechos humanos fundamentales reconocidos desde las primeras declaraciones de derechos del siglo XVIII, constituyendo una de las primeras conquistas del constitucionalismo liberal. Este reconocimiento permitió a los ciudadanos ganar un espacio de libertad frente al poder del Estado, en sociedades donde el periodismo se convirtió en una labor democratizadora. Sartori sostenía que se puede obtener la democracia a través de la libertad de expresión.

La libertad de expresión permite la creación de la opinión pública, fundamental para la materialización de un Estado democrático. La falta de información objetiva en sociedades autoritarias impide la consolidación de una verdadera democracia, donde solo existe una forma de pensamiento impuesta por medios institucionales de comunicación y el gobierno.

Habermas definió la opinión pública como cualquier juicio de valor expresado libremente y llevado a un espacio público para su tratamiento. En la actualidad, la doctrina y las sentencias internacionales distinguen entre el derecho a la libertad de opinión y el derecho a la libertad de informar y de prensa. Mientras que las noticias y afirmaciones de hechos deben ser veraces para evitar distorsiones, las opiniones, al ser juicios de valor, pueden ser verdaderas o falsas.

Una discusión pública libre sobre asuntos de interés general asegura la formación de una opinión pública diversa, contribuyendo a un Estado democrático libre y plural. Las ideas presentadas libremente, independientemente de su veracidad, deben ser tuteladas por el Estado, ya que contribuyen a formar una conciencia colectiva en sociedades donde predomina una sola verdad objetiva.

Sin una discusión libre, no es posible realizar plenamente el Estado democrático. Todos los ciudadanos tienen derecho a opinar, y la ausencia de este derecho nos llevaría a un gobierno autoritario, donde solo existe la información oficial, como sucede en Hidalgo.

En este panorama mediático dominado por conglomerados de comunicación y páginas falsas en redes sociales, los medios independientes surgen como un bastión crucial para la libertad de expresión y el fortalecimiento de la democracia en Hidalgo. En un estado marcado por décadas de dominio político y económico de élites privilegiadas, medios como Nuevo Gráfico desafían el statu quo y ofrecen una voz crítica y transparente.

Durante casi un siglo, el gobierno hidalguense ha estado en manos de políticos y familias que acumularon riquezas mediante prácticas corruptas y un sistema de amiguismo. Este control sobre la información manipuló la opinión pública a través de medios chayoteros, imponiendo una sola verdad. La falta de ideología en los medios, que han cambiado su alineación política por dinero, refleja el control gubernamental sobre la prensa.

En este contexto, la existencia de medios independientes como Nuevo Gráfico es crucial. Libres de agendas partidistas y presiones externas, estos medios pueden ofrecer una visión objetiva y crítica de la realidad política y social, contrarrestando la manipulación de los grandes medios corporativos.

La labor de medios independientes es esencial para una sociedad que aspira a una democracia auténtica. En Hidalgo, donde el poder ha estado concentrado durante décadas, estos medios representan una herramienta vital para desafiar las estructuras de poder y exponer la verdad detrás de las apariencias de cambio.

En este orden de ideas, el papel de los medios independientes en Hidalgo es fundamental para el fortalecimiento de la democracia y la libertad de expresión. Su capacidad para cuestionar, investigar y comunicar sin restricciones mantiene viva la llama de la democracia y empodera a la población con información veraz y fundamentada. En un entorno mediático donde el control de la información puede ser utilizado como instrumento de poder, los medios independientes se erigen como un contrapeso necesario, revelando las verdades ocultas y desafiando la hipocresía de los poderosos.

_________
Pd. La crítica no es para los periodistas que se ganan la vida con su noble labor, sino para los mercenarios dueños de los medios de comunicación.