Lo importante no es llegar, sino saber salir mejor



Julio Gálvez 

A lo largo de los años, tuve la oportunidad de escuchar y conversar con Don Jorge Rojo Lugo en diversas ocasiones, al menos una o dos veces al mes, en distintos restaurantes de la Ciudad de México. Acompañaba a mi padre a reuniones con el licenciado Rojo Lugo, en las que participaban diversas personalidades, incluyendo políticos de alto nivel y abogados. En estos encuentros, más que simples charlas, se compartían estrategias y visiones sobre el funcionamiento del sistema político mexicano.

A través de estas experiencias, pude conocer de cerca la dinámica interna del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de los 18 a los 23 años, aunque sin afiliarme a ningún partido hasta la fecha para mantener mi imparcialidad en este medio de comunicación. Mis ideales ciudadanos no coinciden con un sistema que, en muchas ocasiones, ha buscado el poder por el poder, basado en un capitalismo de cuates, donde los intereses particulares priman sobre el bienestar colectivo. En contraste, siempre he creído en un sistema que responda al derecho y a la justicia en su sentido filosófico: dar a cada quien lo que le corresponde.

La experiencia de Rojo Lugo en un Hidalgo convulso

Uno de los recuerdos más valiosos de mis conversaciones con Rojo Lugo ocurrió en el restaurante Mesón Puerto Chico, en la Ciudad de México. En aquella ocasión, me relató un episodio crucial de su carrera política: el momento en que asumió la gubernatura del Estado de Hidalgo en un escenario de crisis.

Rojo Lugo llegó al cargo en medio de una fuerte convulsión política, luego de la caída del exgobernador Otoniel Miranda, quien duró solo 28 días en el poder antes de que el Senado de la República declarara la desaparición de poderes en el estado. Esta situación generó una profunda inestabilidad entre los diversos grupos políticos y sectores de la sociedad.

Ante ese panorama, Rojo Lugo adoptó una estrategia clave: el diálogo. Conversó con todos los grupos políticos y sectores inconformes, promovió la unidad entre las fuerzas políticas y logró pacificar la entidad. Su capacidad para generar acuerdos dejó un legado que perduró en Hidalgo durante muchos sexenios. Al concluir su relato, me dijo una frase que resume su visión del ejercicio del poder:

“Lo importante no es llegar, sino saber salir mejor.”

Un paralelismo con la situación actual en Hidalgo

Este episodio cobra relevancia en el contexto actual de Hidalgo con Julio Menchaca, donde el cambio de gobierno, los índices de violencia, la incapacidad para gobernar y la inseguridad ha generado cierta turbulencia política, por lo que conociendo al PRI van por la revocación de mandato. Aunque el relevo se haya dado bajo nuevas siglas y colores, el verdadero desafío aún está por venir: consolidar un #CambioVedadero que trascienda los símbolos partidistas y atienda el fondo de los problemas sociales.

Hoy, más que nunca, sería oportuno recuperar el enfoque de Rojo Lugo. La realidad ha cambiado, la sociedad es más participativa y el poder, en su sentido más puro, reside en el pueblo. La clave para garantizar la estabilidad política y social radica en el diálogo con todos los grupos y sectores, enviando un mensaje claro de unidad y paz.

El reto de cualquier gobernante no debería ser solo acceder al poder, sino ejercerlo con responsabilidad y, sobre todo, saber salir dejando un estado más fuerte y mejor cohesionado. La historia ya ha demostrado que el entendimiento y la negociación son herramientas más eficaces que la imposición y el conflicto. En este sentido, las lecciones de Rojo Lugo siguen siendo una referencia vigente para los tiempos que vivimos.


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P.D. En la foto se observa a José Antonio Rojo en el centro, rodeado por la mayoría de los grupos políticos del PRI en un claro gesto de unidad, más que por celebrar el cumpleaños de Núñez Soto. Al igual que su padre, ha comenzado a recorrer el estado para dialogar con todos los sectores, incluyendo a grupos de izquierda, buscando un bloque progresista, demostrando que el consenso y la construcción de acuerdos siguen siendo fundamentales para la estabilidad política de Hidalgo.