
Alonso Quijano
La Casa Blanca anunció que la imposición de aranceles a automóviles y autopartes provenientes de México y Canadá será retrasada por un mes, atendiendo a la solicitud de los tres mayores fabricantes de autos en Estados Unidos. La decisión, que parece responder a intereses económicos más que a cuestiones de seguridad, deja en el aire la retórica utilizada por el gobierno estadounidense para justificar medidas comerciales bajo el argumento de la lucha contra el crimen organizado.
Hace apenas unas semanas, la supuesta crisis del fentanilo era la principal justificación para endurecer la política hacia México. Legisladores y funcionarios de alto nivel argumentaban que el narcotráfico representaba una amenaza existencial para Estados Unidos, e incluso se llegó a insinuar la posibilidad de una intervención directa si el gobierno mexicano no lograba controlar a los cárteles. Sin embargo, al parecer, esta crisis puede ponerse en pausa cuando hay intereses industriales en juego.
Lo cierto es que México ha reportado en los últimos cuatro meses los mejores resultados en combate al crimen organizado de su historia, al menos según cifras oficiales. Aun así, la narrativa de Washington cambia de acuerdo con sus necesidades, utilizando cualquier pretexto en el ajedrez de la guerra comercial. ¿Será que la crisis del fentanilo se resuelve con un simple aplazamiento arancelario?