El caos y la desesperación se han apoderado de Myanmar tras el poderoso terremoto de magnitud 7.7 que sacudió el país. El epicentro se registró a 16 kilómetros al noroeste de Sagaing, cerca de Mandalay, y el movimiento telúrico también se sintió en China y Tailandia, donde un edificio en construcción colapsó.
Voluntarios y rescatistas trabajan sin descanso para encontrar sobrevivientes entre los escombros. Sin maquinaria suficiente, muchos deben remover los restos de edificios con sus propias manos en un esfuerzo desesperado por salvar vidas.
El líder militar Min Aung Hlaing informó el sábado por la tarde que la cifra oficial de víctimas ascendía a 1,644 muertos y más de 3,000 heridos, pero se teme que los números sigan aumentando.
Desde el golpe de Estado de 2021, Myanmar está bajo el control de una junta militar que restringe el acceso a la información, dificultando la difusión de datos sobre la tragedia. A pesar de esto, el gobierno ha realizado una inusual solicitud de ayuda internacional ante la magnitud del desastre.
A los daños y pérdidas humanas se suma el colapso de la infraestructura eléctrica en varias zonas, dejando a miles de personas incomunicadas en medio de la emergencia.