
Apenas y se fue AMLO y los oportunistas comenzaron a llegar en estampida a Morena…
#Opinión | Jorge Montejo
¿De verdad creen que López Obrador no sabía lo que hacía al abrirle la puerta a todos los oportunistas, chapulines y camaleones del sistema? Si alguien conoce la naturaleza humana y la fauna política de México, ese es AMLO. No por nada, en menos de una década, Morena se llenó de los personajes más voraces, hipócritas y traicioneros que antes vestían de tricolor o de azul y ahora se envuelven en la bandera guinda solo para hacerse millonarios a costillas del poder.
Mientras los medios chayoteros se desgarran las vestiduras por la crisis de gobernabilidad que enfrenta Morena apenas a seis meses del nuevo gobierno, pocos se atreven a ver la jugada de fondo: Andrés Manuel sabe perfectamente que esos personajes que ahora controlan Morena no son más que el mismo cáncer de siempre, sólo que con otro nombre y más cinismo. ¿Por qué creen que nunca los nombró corcholatas? ¿Por qué creen que no los presumía como sus herederos? Sencillo: porque AMLO ya preveía que, tarde o temprano, toda esa podredumbre saldría a flote y el partido se autodestruiría desde adentro.
¿Y a quién le conviene esto? Al propio López Obrador, que jamás puso su destino personal en manos de los chapulines. Mientras ellos se pelean las migajas y se exhiben como lo peor de la política mexicana, él se legitima y les quita poder con la misma tranquilidad con la que le dio entrada a los oportunistas, sabiendo que su ciclo terminaría con la misma facilidad con la que empezó: en la traición.
Morena fue, para muchos, una puerta giratoria para hacer negocios y usar su imagen; pero para AMLO, fue una pieza más en el tablero, y como buen ajedrecista, nunca confió en quienes hoy han convertido al partido en una copia barata de lo que juraron combatir. Todo esto era parte del plan.
¿De verdad creen que López Obrador no sabía lo que hacía al abrirle la puerta a todos los oportunistas, chapulines y camaleones del sistema? Si alguien conoce la naturaleza humana y la fauna política de México, ese es AMLO. No por nada, en menos de una década, Morena se llenó de los personajes más voraces, hipócritas y traicioneros que antes vestían de tricolor o de azul y ahora se envuelven en la bandera guinda solo para hacerse millonarios a costillas del poder.
Mientras los medios chayoteros se desgarran las vestiduras por la crisis de gobernabilidad que enfrenta Morena apenas a seis meses del nuevo gobierno, pocos se atreven a ver la jugada de fondo: Andrés Manuel sabe perfectamente que esos personajes que ahora controlan Morena no son más que el mismo cáncer de siempre, sólo que con otro nombre y más cinismo. ¿Por qué creen que nunca los nombró corcholatas? ¿Por qué creen que no los presumía como sus herederos? Sencillo: porque AMLO ya preveía que, tarde o temprano, toda esa podredumbre saldría a flote y el partido se autodestruiría desde adentro.
¿Y a quién le conviene esto? Al propio López Obrador, que jamás puso su destino personal en manos de los chapulines. Mientras ellos se pelean las migajas y se exhiben como lo peor de la política mexicana, él se legitima y les quita poder con la misma tranquilidad con la que le dio entrada a los oportunistas, sabiendo que su ciclo terminaría con la misma facilidad con la que empezó: en la traición.
Morena fue, para muchos, una puerta giratoria para hacer negocios y usar su imagen; pero para AMLO, fue una pieza más en el tablero, y como buen ajedrecista, nunca confió en quienes hoy han convertido al partido en una copia barata de lo que juraron combatir. Todo esto era parte del plan.