
23 de noviembre de 2025
Una manifestación que en su origen fue convocada por jóvenes cuyo detonante fue la muerte de Carlos Manzo, reflejó una enorme inconformidad de varios grupos de la sociedad que se sumaron a ella; madres buscadoras, personal de salud, pacientes mal atendidos y simpatizantes del movimiento del sombrero, con la misma consigna: “Justicia”.
Sin embargo, el gobierno, desde la mañanera, dedicó y sigue dedicando muchas horas a descalificar la convocatoria, a quienes convocan, e incluso destinó recursos para hacer una supuesta investigación y culpar a empresarios mexicanos (villanos favoritos del régimen), a partidos políticos opositores y a la “derecha internacional”, cuando cualquiera sabe —sobre todo la generación Z— que pueden usar distintas VPN para evitar ser rastreados.
¿Les parece que la falta de medicamentos y atención médica, los miles de desaparecidos, la impunidad frente a enormes casos de corrupción, la extorsión a productores y comerciantes, etc., no son causas suficientes para indignarse?
La propaganda oficial, la negación y la persecución a opositores (ya sea de manera digital o judicial) solo incrementan esa indignación. Qué importancia tiene si eran jóvenes o adultos, con filiación política o no: la indignación es de muchos y el derecho es de todos.
La impunidad y la complicidad lastiman a la sociedad. Los servicios de salud, pese al discurso oficial, siguen siendo un gran pendiente, al igual que la justicia y la seguridad basadas en la estrategia de “abrazos, no balazos”, con claras evidencias de que Morena llegó al poder ayudado por la delincuencia organizada. Así estableció una complicidad con el crimen que difícilmente podrá romper, acrecentando la crisis de derechos humanos más grave de nuestra historia.
La respuesta para los manifestantes desde el poder fue sistemática: primero la descalificación. Fueron reducidos a simples títeres de los adversarios políticos, como en un paredón; en la mañanera mostraron sus fotografías, exponiéndolos en un país violento y polarizado. Especialmente a muchos jóvenes les han conmovido y marcado las muertes de Carlos Manzo y del líder limonero Bernardo Bravo.
Toda la narrativa oficial fue preparada: la “siembra” de provocadores denominados el “bloque negro”, que fueron justo a ensuciar la manifestación para quitarle legitimidad y distraer la atención. En esta ocasión sí hubo detenidos, como estrategia para inhibir próximas manifestaciones; ahora los acusan de intento de homicidio, por la procuradora Bertha Alcalde de la CDMX, hermana de la dirigente de Morena.
Diversas investigaciones han señalado que el “bloque negro” son grupos manejados históricamente por Martí Batres y César Cravioto.
La sociedad tiene miedo a perder la vida, a no volver a ver a sus hijos, a abrir un negocio. El gobierno tiene otro tipo de miedo: perder el poder, lo que lo lleva a cometer excesos y errores.
La realidad se impone sobre el discurso oficial, y las encuestadoras que presumían ya lo retratan.