Por Miguel Ángel Serna Ortega
Investigador
Histórico
Benito Pablo Juárez García, nació en San
pablo Guelatao, Oaxaca, el veintiuno de marzo de mil ochocientos seis, los
padres de Benito Juárez, Marcelino Juárez y Brígida García, eran según sus
propias palabras “indios de la raza primitiva del país”, que fueron
agricultores. Ambos murieron cuando él tenía tres años. Benito, junto con sus
hermanas María Josefa y Rosa, quedaron bajo el amparo de sus abuelos paternos.
A
los pocos años murieron también sus abuelos y Benito quedó bajo la custodia de
su tío Bernardino Juárez. a partir de entonces trabajó como peón del campo y
como pastor de ovejas hasta la edad de doce años. Su tío Bernardino conocía el
castellano y se lo enseñaba a Benito que mostraba entusiasmo en aprenderlo
sin embargo, las labores del campo y el hecho de que en el pueblo no se hablara
el castellano, no permitieron que Benito avanzase mucho en su aprendizaje.
En su pueblo, como sucedía en las
poblaciones pequeñas, no existía ni la más elemental escuela. Benito se
daba cuenta que quienes aprendían a leer lo hacían viajando a la ciudad ya sea
costeándose una pensión o trabajando como sirvientes en las casas ricas
lo que alimentó su deseo de ir a la ciudad, cosa que frecuentemente le pedía a
su tío que sólo le daba largas. El día diecisiete de diciembre de mil
ochocientos dieciocho, Benito se fuga de su pueblo con destino a la ciudad de
oaxaca. Esta fuga pudo motivarse tras haber perdido un par de ovejas.
Juárez escribió en sus apuntes “para mis
hijos”:
Guelatao, era un pueblo corto, que apenas
contaba con veinte familias y en una época en que tampoco o nada se
cuidaba de la educación de la juventud, no había escuela; ni siquiera se
hablaba la lengua española, por lo que los padres de familia que podían costear
la educación de sus hijos, los llevaban a la ciudad de oaxaca con este objeto,
y los que no tenían la posibilidad de pagar la pensión correspondiente los
llevaban a servir a las casas particulares a condición de que los enseñaran a
leer y escribir. Este era el único medio en todo el distrito de Ixtlán, de
manera que era una cosa notable en aquella época, que la mayor parte de los
sirvientes de las casas de la ciudad eran jóvenes de ambos sexos de aquel
distrito. Entonces más bien por estos hechos que yo palpaba que por una
reflexión madura de que aún no era capaz, me forme la creencia de que
sólo yendo a la ciudad podría aprender, y al efecto insté muchas veces a mi tío
para que me llevara a la capital; pero sea por el cariño que me tenía o por cualquier
otro motivo, no se resolvía y sólo me daba esperanzas de que alguna vez me
llevaría.
“Por otra parte, yo también sentía
repugnancia de separarme de su lado, dejar la casa que había amparado mi niñez
y mi orfandad, y abandonar a mis tiernos compañeros de infancia con quienes
siempre se contraen relaciones y simpatías profundas que la ausencia lastima
marchitando el corazón. Era cruel la lucha que existía entre estos sentimientos
y mi deseo de ir a otra sociedad, nueva y desconocida para mi, para procurarme
mi educación”.
Así que decidí abandonar las ovejas que a
mi cuidado había puesto mi tío bernardino y me fui a la ciudad de Oaxaca en
donde mi hermana Josefa trabajaba de criada en casa de una familia rica. Fui
recibido con cariño y tanto la familia Maza como la familia Salanueva, me
ayudaron en mi vida. Ingresé al seminario para recibirme de sacerdote,
pero al paso de los días renuncié porque no era mi vocación y posteriormente me
inscribí en el instituto de ciencias de oaxaca en donde me recibí de licenciado
en derecho. Hasta aquí parte de lo que Benito Pablo Juárez García escribió para
sus hijos.
Pasaron los años y Juárez en la política,
escalo diferentes puestos, llegando a ser Gobernador de su Estado y hasta
Presidente de la Republica por catorce largos años. Combatió a los traidores
mexicanos y a los “muchos” que fueron a Europa por un príncipe bien
parecido que fue Maximiliano de Habsburgo y que vino a México, apoyado por el
“miope” Napoleón Tercero de los franceses por miles y miles de soldados que
mediante las armas lo sostuvieron casi tres años.
Maximiliano vivió en el castillo de
chapultepec, pero al final fue apresado por el pueblo en armas que comandaba el
señor general Mariano Escobedo, llevado preso ante un tribunal militar que
presidió el veracruzano coronel juarista Rafael Platón Sánchez condenado a
muerte y fusilado en el cerro de las campanas de la ciudad de Querétaro junto
con dos generales mexicanos traidores a la patria y que fueron Miguel Miramón y
Tomas Mejía.
Juárez sólo vivió sesenta y seis años,
pero dejo huella eterna a su paso por nuestra tierra mexicana. Los honorables
congresos dela unión de las hermanas republicanas de colombia y republica
dominicana lo nombraron “benemérito de las américas”. Hoy es el mexicano más
conocido en el mundo entero. Honor y gloria a su nombre. Respetuosamente MIguel
Ángel Serna Ortega. “El que no conoce la historia de su país, es un extranjero
en su propia tierra. Vamos patria a caminar, yo voy contigo”.