Por Julio Gálvez
Twitter: @juliogalvezb
Durante los últimos
años, en todos los foros, hemos escuchado que nuestros políticos hablan de
valores cuando son los que principalmente carecen de estos, desgraciadamente
para nuestra clase política los derechos humanos se han convertido en el
discurso perfecto por medio del cual legitiman sus intereses, ya que detrás de
las palabras esconden un estuche repleto de mentiras, delincuencia,
narcotráfico, dinero y poder.
Mientras nuestros
políticos se incrustan en el gobierno a través de la simulación institucional,
los ciudadanos de forma teledirigida nos encontramos cimentando una sociedad consumista
en la que la búsqueda del poder por el poder es el único fin válido. Si
nuestros círculos sociales son culturalmente desechables, corremos el riesgo de
vivir mentalmente manipulados por los medios de comunicación que buscan la
legitimación de un sistema de dominación gubernamental.
En una sociedad
culturalmente atrasada como la nuestra, el más ebrio es el más aceptado y esto
es así porque los miembros de nuestros círculos sociales vacíos, no pueden
destacar de forma productiva e imaginariamente inventan sus propios logros para
auto consolarse. A nuestros políticos en su afán por obtener más poder, les
conviene mantener a nuestro pueblo alcoholizado, ya que mientras nos estancamos
en una realidad efímera, ellos construyen su imperio de corrupción sin resistencia
alguna.
Hoy en día, México,
en materia de derechos humanos se encuentra hundido en el retraso total,
nuestra sociedad adapta sus conductas a las normas morales impuestas por los
medios de comunicación y esto nos aleja de los cambios sociales reales. La
barbarie cultural que vivimos forma parte de la estrategia política de nuestros
gobernantes para mantenernos desunidos y desinteresados de los
problemas nacionales.
Un claro ejemplo de
la degradación del tejido social que vivimos lo podemos encontrar en el Estado
de Hidalgo, las mujeres en esta entidad federativa, hoy en día, enfrentan una
grave problemática de discriminación y acoso sexual dentro de las dependencias
públicas, algunos grupos políticos han llegado al extremo de pedir favores
sexuales a cambio de un empleo dentro del gobierno. Es indignante que nuestros
gobernantes reduzcan la dignidad de la mujer, para aprovecharse de su necesidad
económica.
Los políticos en Hidalgo,
son el claro ejemplo del machismo mexicano, representado por Octavio Paz como
un trauma estereotipado por el cine y la música de mariachi. Las mujeres no
tienen ninguna necesidad de soportar los malos tratos de gobernantes sin
valores, existen numerosas fundaciones que defienden los derechos humanos y que
pueden llevar esta problemática a planos internacionales en donde la política
de corrupción hidalguense no tiene alcance.
De acuerdo a lo
anterior resulta interesante preguntarnos ¿Que es Hidalgo en materia de
derechos humanos? un estado subdesarrollado en el que las instituciones
encargadas de garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos se
encuentran hundidas en la simulación social. Desgraciadamente la Comisión
Estatal de Derechos Humanos, es una institución secuestrada por políticos sin
ética y sin compromiso, los formalismos jurídicos sacados de la magna de los
funcionarios de este organismo, retrasan las investigaciones y protegen a la
clase gobernante.
En pocas palabras, no
se debería necesitar una queja para qué la comisión investigue hechos
violatorios de derechos humanos, el presidente debería tener iniciativa propia,
ya que de esta forma el gobierno podría construir una sociedad cimentada en
valores, controlando las problemáticas sociales antes de que estas estallen. Por
ejemplo, en el caso de los cientos de acosos sexuales que se presentan dentro
de las dependencias públicas, la comisión podría investigar, sancionar y
proponer una solución legal, pero sin embargo, sucede todo lo contrario, Hidalgo
cuenta con instituciones de chocolate comandadas por políticos faroles.
El gobernador del
Estado de Hidalgo, debe ver la realidad, no se puede construir un
gobierno basado en apariencias mediáticas, algunos de sus colaboradores están
llevando a su administración a un territorio en donde gobiernan las sonrisas
fingidas, ya que la simulación se está convirtiendo en el mecanismo de control
político de sus opositores. En materia de derechos humanos la forma no
debe ser el fondo.
En nuestro estado, la
discriminación se respira en todos lados, los niños son educados, para tolerar
las diferencias sociales aunque en sus miradas se note la tristeza de ver un
mundo tan desigual, pero quizás a nuestros políticos les convenga que los
ciudadanos continuemos viviendo bajo la sombra de la impunidad; quizás a
nuestros políticos les convenga que las practicas de acoso sexual dentro de las
dependencias públicas no se terminen porque son los principales interesados en
no ser sancionados.
Por Julio Alejandro Gálvez Bautista, Especialista en Derecho Civil, Maestro en Derecho Procesal Constitucional y Candidato a Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana; ha enfocado su trabajo en temas sobre Derecho Constitucional, Derechos Humanos, Derechos Sociales, Derecho a la Información y Reforma Gubernamental.