Por Miguel Ángel Serna Ortega
Investigador histórico
Hernán Cortez fue hijo único de un
hidalgo extremeño, llamado Martín Cortés y de Catalina Pizarro Altamirano. Por
vía materna era primo segundo de Francisco Pizarro, quién posteriormente se
convertiría en conquistador del Imperio Inca.
Hernán Cortés decidiría perseguir un
futuro en el nuevo mundo. Ya en América Asistió a la isla La española y más
tarde participo en la conquista de Cuba, donde recibió de parte del gobernador,
Diego de Velázquez de Cuellar, una encomienda y, por un breve espacio de
tiempo, se convirtió en alcalde (magistrado) de la segunda ciudad española
fundada en la isla. En mil quinientos diecinueve, fue elegido a capitán de la
tercera expedición al continente, tras las de Francisco Hernández de Córdoba y
Juan de Grijalva, para continuar sus descubrimientos en la costa de Yucatán,
una expedición que financiaría en parte. Su enemistad con el gobernador de
Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, resultó en la retirada de la expedición en el
último momento. A su llegada en el continente (parte continental de América),
Hernán Cortés ejecuta una estrategia exitosa de aliarse con algunos pueblos
indígenas contra otros. También utilizó a una mujer nativa, Doña Marina "La Malinche", como intérprete;
ella más tarde daría a luz a un hijo de Hernán Cortés, al que llamaron Martín.
Cuando el gobernador de la isla de
Cuba envió emisarios para la detención de Cortés, por tener autorización para
dicha expedición, el luchó utilizando las tropas indígenas como refuerzos y
pudo derrotar a la expedición enviada para su captura. Hernán Cortés escribió
cartas directamente al rey pidiendo ser reconocido por sus éxitos en lugar de
castigado por el motín que provoco. Después de que él derroto y subyugo al
Imperio Azteca, Cortés fue galardonado con el título de Marqués del Valle de
Oaxaca, mientras que el más prestigioso título de Virrey fue dado a un noble de
alto rango, Antonio de Mendoza. Hernán Cortés regresaría a España en el año mil
quinientos cuarenta y uno donde planeaba su regreso a sus posesiones americanas,
pero murió el dos de diciembre del año mil quinientos cuarenta y siete.
Debido a las controvertidas y
escasas fuentes de información históricas confiables sobre él, se ha convertido
en un personaje difícil de definir en cuanto a su personalidad y motivaciones.
Más tarde se reconsiderarían el carácter de los conquistadores en el contexto
del sentimiento anticolonial moderno y la muy ampliada preocupación por los
derechos humanos ( matanza de millones de indígenas en las invasiones
"Conquistas" europeas al Nuevo Mundo), como tipificado de la
"Leyenda Negra de los conquistadores" como resultado de estas
tendencias históricas, las descripciones de Cortés tienden a ser diferentes:
por una lado simplistas y abrumadoras o también a idealizarlo como un conquistador
romántico.
La expresión de la "Leyenda
Negra" sobre los conquistadores europeos aparece de forma explícita por
primera vez en la conferencia de Vicente Blasco Ibáñez impartida en su ciclo de
1909 en Buenos Aires, y titulada «La leyenda negra de España», donde critica
los tópicos de matanzas de indios y otros crimines o atrocidades de lesa
humanidad. Pero no por usar el nombre deja de caer en otro de los tópicos de la
leyenda negra: la decadencia española en todos los órdenes desde el siglo XVII
hasta el siglo XIX. En España ya cansado y enfermo a mediados de octubre de
1547 modificó su testamento para indicar que debería ser sepultado en la
parroquia del lugar donde falleciera. Sin embargo a pesar de morir en su
residencia de Castilleja de la cuesta, a poca distancia de Sevilla, no fue
enterrado en la parroquia del pueblo. Recibió sepultura en el cercano
monasterio de san Isidoro del campo, en la cripta de la familia del duque de
medina sidonia, bajo las gradas del altar mayor, con un epitafio que le dedico
su hijo Martín Cortez, segundo marqués del valle de Oaxaca.
Solo vivió 62 años el que
ordenó quemarle los pies al último emperador de los aztecas el gran Cuauhtémoc,
así como a tetepanquetzal señor de tlacopan, para que estos tlatoanes
confesaran en donde estaba el tesoro de la ciudad, quienes no confesaron nada,
pero es de hacerse notar que aquel altivo, gallardo e imperativo conquistador
murió de diarrea y de desinteria, “porque así paga el diablo a quien le sirve”.