Por Cesar Gamaliel Noguera Bautista
Twitter: @CesarGamalielNB
“El mayor riesgo que tenía México era no hacer nada o seguir a aquéllos que no proponen nada y que se quedan paralizados por el tiempo y por la derrota”
Fueron las palabras de Manlio Fabio Beltrones minutos después de haber sido aprobada la Reforma Energética, que para muchos es un gran triunfo económico y político, y para otros representa la entrega de las materias primas del país.
Lo cierto es que el proyecto de Enrique Peña Nieto y su equipo de trabajo es que en el 2024 se genere el 35 por ciento de energía eléctrica a través de medios renovables; lo anterior fue revelado por Pedro Joaquín Coldwell, Secretario de Energía, quien también afirmó que el gobierno ha destinado 126 millones de dólares para invertir en innovación tecnológica en materia eólica, geotérmica y solar. Lo anterior fue referido mientas dicho secretario de Estado asumía la presidencia de la Cuarta Asamblea General de la Agencia Internacional de Energías Renovables la semana pasada, en Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos.
Existen múltiples razones para que el Poder Legislativo aprobara la reforma energética, una de ellas la crisis, que tal como refirió en 2010 Margarita Palma Gutiérrez, enfrenta por primera vez en 72 años PEMEX por falta de tecnología y sobre explotación de yacimientos como el de Cantarell.
Palma Gutiérrez, en publicación de “El Economísta” en 2010, menciona que Cynthia Bouchot, especialista en energía del despacho Vilches & Backer, y Adolfo Pérez, analista de Bursamétrica, coincidieron en que Pemex se fue por la ruta más fácil: extraer el petróleo rápido en Cantarell, sin invertir en otros yacimientos.
Por otra parte, la comunidad internacional ha visto con buenos ojos las “reformas estructurales” de nuestro país que fueron presentadas en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza; sin embargo, mientras EPN impulsa un cambio progresivo con miras a la modernidad, algunos personajes de izquierda insisten en permanecer en el siglo pasado.
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