Por Juan Torres.
Como era de esperarse la Suprema Corte de Justicia de la Nación también rechazo la consulta del PRI para reducir los plurinominales.
Lo cual era obvio. Al igual que la consulta del PAN, la consulta del PRI estaba diseñada para ser rechazada por inconstitucional y así generar la apariencia de que la SCJN rechazó las consultas de todos los partidos por parejo, cuando en realidad lo que buscaban nuestros ministros, era el pretexto para rechazar sin razón la consulta energética de la izquierda.
Como ya lo habíamos dicho, la consulta del PAN era inconstitucional porque toca los gastos y los ingresos del Estado.
La del PRI es aún más inconstitucional porque toca directamente la materia electoral.
Sólo la consulta energética era constitucional porque no pregunataba sobre los gastos e ingresos del Estado, sino sobre la aceptación o no de una reforma constitucional por el legislativo.
Pero la SCJN, siguiendo la línea de Los Pinos, desechó la consulta energética. Lo hicieron, teniendo la certeza de que tendrían otras consultas de la derecha para poder desechar y que así no pareciera que estaban operando por consigna.
Por eso la SCJN rechazo la consulta del PRI y por eso desechó la consulta del PAN; porque ambas eran farsas diseñadas para que la gente pensara que la SCJN es pareja, cuando en realidad no lo es, ya que se ha convertido en un instrumento de la clase política, alejándose por mucho de ser un verdadero tribunal constitucional.
De nada sirve lamentarnos. Lo que sigue ahora es usar al rechazo a la consulta energética como bandera política para mostrarle a la gente que la SCJN le negó su derecho a la consulta energética, pero que aún pueden votar en contra de la privatización de Pemex en las próximas elecciones.