MÉXICO TIENE MUCHO QUE APRENDER

Guatemala envió a su Presidente a prisión.

Por María Gil.

La presidencia del general Otto Pérez Molina ya pertenece al pasado. Tras una desesperada lucha por aferrarse al poder, el mandatario guatemalteco presento su renuncia acosado por un imparable escándalo de corrupción. Sus enfebrecidos intentos para evitar su procesamiento, pese a las evidencias de que participó en una gigantesca red de fraude aduanero, chocaron con un bastión aún más poderoso: el repudio ciudadano. Una primavera popular que forzó al Congreso a retirarle la inmunidad y dar vía libre a la orden de captura dictada por un juez. Con su caída, a tres días de las elecciones presidenciales, Guatemala respira mejor y pone punto final al mandato de un hombre que pasará a la historia por haber situado a un país entero en su contra. 

El Gobierno guatemalteco acaba de ser prácticamente derrumbado por un movimiento cívico que tomó las calles para asegurar se cumplieran las resoluciones del Ministerio Público y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Este momento puede definirse como una batalla entre poderes mafiosos y la sociedad civil guatemalteca. En un escenario como este la pregunta más importante es si lo que está ocurriendo son las señales del desenlace de un conflicto o, por el contrario, son solo el anuncio de una crisis mayor.

En Guatemala en medio siglo han desaparecido 59 partidos, entre ellos la Democracia Cristiana, el Partido Revolucionario y el Movimiento Nacional de Liberación, que surgieron en los años cincuenta. El fin de estas fuerzas dio paso a una fragmentación crónica del sistema. Hay ahora 28 partidos, la mayoría coaliciones temporales alrededor de un caudillo. En los últimos 30 años ningún partido ha gobernado dos veces y siempre hay tantos partidos nuevos como candidatos aparecen. La fragmentación ocurrió por abandono y autodestrucción. No ha habido una polarización política ideológica que derivara en competencia y fiscalización mutua.

Guatemala es el país de más baja recaudación fiscal de Latinoamérica y posee un empresariado que se ha resistido ferozmente a cualquier reforma tributaria, lo cual ha generado un Estado estructuralmente débil. Esto y la inexistencia de un sistema político de competencia ha favorecido el crecimiento exponencial de la corrupción y del crimen. Conforme a una investigación de la CICIG, las campañas se han financiado con un 50% de apoyo de los empresarios, un 25% de contratistas corruptos que aspiran a lograr obras del Gobierno y un 25% de caudillos locales que pertenecen al crimen organizado: los poderes económicos formales y los poderes corrupto-criminales se dividen el país en partes iguales.

Al inicio de su Gobierno el presidente Pérez Molina propuso la legalización de la producción, el comercio y el consumo de las drogas, dejando de lado la mano dura contra el crimen que ofreció en campaña. Es difícil creer que el general cambió tras una reflexión intelectual. A diferencia de lo que hizo Uruguay con la marihuana en un contexto de Estado y ciudadanía fuertes, la posición de Pérez respondió a un acomodo pragmático ante el poder económico, político y territorial que el crimen organizado tiene en su país. La propuesta de legalizar fue para establecer el dejar hacer, dejar pasar.

Una posición pragmática frente al crimen lleva inevitablemente a una severa trastocación de los valores que hacen posible un Estado de derecho. Si se es pragmático con los criminales, al final será lo mismo con respecto a la corrupción propia. La conducta mafiosa del presidente y sus allegados parte de creencias como “así es en todas partes”. Cuando no se combaten las conductas criminales hacia abajo, terminan progresando hacia arriba. Por ello hay ahora una Guatemala mafiosa que abarca al crimen organizado, al sector corrupto de la clase política y a parte del empresariado.

La situación que ahora vive Guatemala puede compararse con la de México y Colombia cuando el narcotráfico penetró o cooptó instituciones del Estado, compró a gran parte de la clase política y llegó a tener tantos recursos como los grandes capitales del país. Cuando las élites reaccionaron, las redes criminales y de corrupción habían crecido tanto que la lucha por desalojarlas derivó en una sangrienta confrontación armada. Toda actividad económica genera nuevas clases sociales: una economía corrupta y criminal genera desde nuevos ricos hasta proletarios. Guatemala vive un momento similar de ruptura con las estructuras sociales, económicas y políticas mafiosas que crecieron al no combatirlas. Es difícil saber si lo que viene será violento o pacífico; lo que está claro es que apenas comienza y que no será fácil.

Sin embargo, la dimisión de Pérez Molina ha sido posible gracias a la postura contundente de la clase política, a la perseverancia de la sociedad y a la independencia de las instituciones guatemaltecas, que no han dejado de prestarle atención al caso. Según los expertos, el mismo escenario no se ha producido en México porque la investigación sobre el presunto conflicto de interés del presidente Peña Nieto, su esposa Angélica Rivera y el secretario de Hacienda Luis Videgaray fue llevada a cabo por un subordinado del mismo Poder Ejecutivo, el secretario de la Función Pública Virgilio Andrade Martínez, cuestionado por su amistad con los acusados.

La dimisión de Pérez Molina y la actual situación que vive México han provocado una auténtica ola de indignación contra el Gobierno actual en este último país. Políticos, periodistas y ciudadanos mexicanos han llamado en las redes sociales a tomar ejemplo de Guatemala y a investigar a Enrique Peña Nieto por el escándalo de sus propiedades.

"Maravillosa, impresionante y, sobre todo, efectiva la indignación de los guatemaltecos. Mis respetos. Dos investigaciones de corrupción distintas: en Guatemala la hizo una institución independiente y el presidente renuncia; en México la hace un subordinado y el presidente es absuelto", escribió en su Twitter el periodista mexicano Jorge Ramos horas después de la dimisión de Pérez Molina.

Por su parte el activista Daniel Gershenson señalo que solo sucedido fue una “Valiosa lección guatemalteca, donde (por fin!) la corrupción empieza a combatirse como se debiera. Aquí, solo prosperan políticos venales”.

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Fotografía tomada de la agencia de noticias Andina.