QUE CAIGAN TODOS LOS MUROS


Por Roberto Longoni.

“Pinté en el muro de la vergüenza, así la libertad no estará avergonzada nunca más. El infierno gobernó durante muchos años hasta que la gente escogió la luz. Pongo mi fe en ti Berlín, y te doy mis colores brillantes” Pintura en el Muro de Berlín del italiano Fulvio Pinna. 

“Ya ahora que no quedan muros, ya no somos tan iguales, tanto vendes tanto vales. ¡Viva la Revolución!” Luis Eduardo Aute; La Belleza.

El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín. Con el también cayó una forma de concebir al mundo que en su exterior pregonaba la igualdad y la libertad en nombre de un “comunismo” que en sus adentros no era más que una dictadura. El bloque soviético y todos sus satélites se vieron desenmascarados de sus verdaderas prácticas y el mundo conoció y vio con horror los abusos que se cometieron. Sí esto es cierto, también cabe aclarar que, como menciona el sociólogo irlandés John Holloway, la caída del régimen soviético puso fin a un “falso marxismo”, un “falso comunismo” que no era más que un capitalismo de Estado. Con esto, sigue Holloway, se abre la oportunidad al pensamiento marxista y revolucionario para dejar de ser dogmático, inflexible y pueda vislumbrar nuevos horizontes críticos, utópicos y constructivos. 

Con el Muro cayeron también falsas diferencias, viejos odios. Por momentos la humanidad se fundió en un abrazo y todo pareció tomar rumbo de nuevo. 

El problema vino después, cuando el bando contrario, el “capitalista”, tomo la bandera de la libertad y se posicionó por encima de todos los paradigmas. Del fracaso del “falso comunismo” emanó la idea de que el “capitalismo” era el vencedor, y de que ahora si se confirmaba que la única forma de crecer como humanidad era bajo sus preceptos. 

La realidad es que, aún hoy, ni “comunismo”, ni “capitalismo” han logrado acortar de manera definitiva la desigualdad, las brechas educativas, las necesidades básicas, las pulsiones culturales y afectivas. En otras palabras, ninguna de las dos concepciones ha logrado encausar el camino de la humanidad hacia su desarrollo integral y pleno. 

Está claro entonces que debemos proponer nuevas vías, nuevas dinámicas y nuevos sentidos. Romper con los “ismos” y centrar nuestras ideas en el desarrollo humano. Un muro cayó en Berlín hace años, pero aún hoy hay muro en nuestro pensamiento que no nos dejan ver más allá de dos o tres opciones que a la larga resultan ser lo mismo. 

Nuestro rumbo hacia una humanidad solidaria, justa y compartida, debe tener sus cimientos en sucesos como la caída del muro de Berlín, pero debe también ir más allá en la demolición de todas las barreras que dividen a esta humanidad en crisis.