EL LAVADO DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS


"Sus vidas no son un juego. Están en Juego".

Por María Gil.

El pasado viernes en Brasil cuando se inauguraron los Juegos Olímpicos 2016 por primera vez en la historia 10 deportistas refugiados desfilaron y competirán bajo la bandera olímpica. Un hecho sin precedentes ante el cual creemos que es necesaria, al menos, una doble lectura.

1.- LO HUMANO.

Destacar nuestro apoyo, solidaridad y ánimo para con el grupo de atletas que cumplirán el sueño de cualquier deportista. El sueño realizado tras haber sufrido persecución, exilio y seguramente el rechazo de las autoridades de los países que finalmente les acogieron. Que han sufrido las consecuencias de la inexistencia de rutas seguras, la ceguera del primer mundo, el oprobio de sentirse parias del mundo. A ellos y ellas nuestras felicitaciones.

2.- LA HIPOCRESÍA.

Del Comité Olímpico Internacional (COI) y los países que lo componen. Si estos atletas deben competir bajo la bandera olímpica es porque los países donde se les ha otorgado la protección no les han dado la nacionalidad. Se la niegan, se imponen trabas burocráticas, laberintos administrativos insalvables e interminables.

Seguramente en los palcos del mítico estadio Maracaná veremos la cara a decenas de políticos que aplaudirán -y quizá hasta lloren- al paso de la delegación olímpica refugiada, los mismos a los que no les tiembla el pulso para cortarles una y otra vez el paso, levantar vallas y muros, disparar pelotas de goma, gases y munición real contra esas 65 millones de personas desplazadas que siguen esperando que el mundo les reconozca su derecho a recibir protección.

Hipocresía de la grande la del COI, una organización amante del show a gran escala, como cuando hizo bandera de la participación de la atleta somalí Samia Yusuf Omar en los juegos de Pekín 2008, pero que rápidamente dejó en el olvido, al punto que la joven murió cuatro años más tarde en su intento de llegar a Italia en patera.

3.- LA MEMORIA

No olvidamos que estos Juegos se han realizado en contra de la voluntad de amplios sectores de la sociedad brasilera. Y no olvidamos que eso que es un negocio para las empresas de siempre, termina siendo una losa para los pueblos. Basta ver la utilización del estadio de béisbol de Atenas, hoy utilizado como campo de personas refugiadas.

Paradojas del destino, 10 atletas cumplirán su sueño olímpico, mientras cientos de personas refugiadas viven su pesadilla dentro de las instalaciones que alguna vez fueron olímpicas y hoy son símbolo de la barbarie perpetrada por Europa.