EL RINCÓN OLVIDADO DE LA PATRIA.


Por Roberto Longoni.

La plaza estaba llena de colores desde temprano. Apenas y se podía caminar. Un éxtasis colectivo se hace presente. Juegos, feria, comida, risa, música. 

Todos esos colores, todas esas personas y todas esas voces hacen inaudible e invisible el rincón olvidado de la patria donde una mujer extiende el brazo para pedir una limosna, donde un niño toca, desolado y con sus pocos pulmones, una armónica triste; donde un hombre se toca el brazo cansado de darle cuerda al acordeón. 

Rincón olvidado de la patria, desolado paisaje negado por la parafernalia de los poderosos, ignorancia del otro, clamor acallado de gente sin rostro y con cada vez menos fuerza, que hoy, en medio de banales aullidos, no tiene una razón para gritar ¡Viva! cuando lo único que se vislumbra en el horizonte incierto es muerte.

Rincón olvidado de la patria que se multiplica en todo el territorio despojado y herido de este México, muy otro y muy olvido siempre. Muy corrupción, muy risueño, muy llanto, muy desaparecidos, muy feminicidios, muy risas, muy canto, muy danza de las montañas y los valles, muy la familia es primero, muy no te dejare ir, muy jamás niegues de donde vienes, muy tequila, muy sazón, muy doña y don, muy buenos días, muy buenas las tenga usted. Muy contrastes, días y noches, primaveras extrañas y veranos inciertos. 

En la plaza se quedan los ecos de lo que soñamos. 

Hace años un cura de pueblo tuvo el coraje de gritar, en una de ellas, contra los poderosos y de invitar al pueblo a luchar por la eterna promesa de una patria/matria donde nadie se sintiera marginado o excluido. Donde ninguna plaza estuviera desierta de dignidad o solidaridad. Donde las manos se alzan juntas, no por limosnas, sino por futuro rebelde, justo, esperanzado y unido.

Rincones olvidados de la patria que le siguen cuestionando, nos siguen cuestionando, “¿Por qué patria, hermanos, nos han olvidado?”