FAYAD JUEGA CON FUEGO PERO DEBE CONTINUAR.


Por Jorge Montejo.

La corrupción política se refiere al mal uso del poder público para conseguir una ventaja ilegítima, generalmente de forma secreta y privada. Es un problema cultural porque la mayoría sabe que este mal se encuentra carcomiendo nuestro tejido social pero muy pocos hacen algo para cambiar la realidad.

Todos los gobiernos del mundo son susceptibles de corrupción política. Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada y el patrocinio; además de los sobornos, el tráfico de influencias, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad, y el despotismo. 

Sin embargo los corruptos utilizan mecanismos de defensa para justificarse. El más usado es ese donde el león cree que todos son de su condición. Es decir, como “todos lo hacen” entonces no está mal. Al cabo todos dan mordida y "tienen contactos" para recibir y hacer favores a cambio de beneficios.

En pocas palabras, los mexicanos nos hemos acostumbrado a la corrupción, la vemos como algo normal en nuestras vidas, pero un individuo que da mordidas es un individuo que muy posiblemente se involucre en escándalos de corrupción si tuviera un puesto de poder. Los pequeños actos de corrupción se convierten en una bola de nieve, porque incentivan a los demás a cometerlos, y porque aquella persona que comete pequeños actos, luego se acostumbrará a involucrarse en actos de corrupción un poco más grandes y así sucesivamente. 

Esos grandes actos de corrupción como robar una elección, obtener esa patente notarial de forma ilícita sin cumplir con los requisitos o ganar esa licitación de obra pública ilegalmente, son los actos que terminan jodiendo al país al corto plazo, joden más a quienes no tienen recursos, quienes no tienen ni siquiera “conectes” para corromperse; pero en algún punto llega también a joder a algunos de los victimarios, ahora víctimas de terceros que por medio de la corrupción, los jodieron a ellos.

Es cierto que en Hidalgo hay mucha corrupción, y es cierto que la corrupción tiene a nuestro país en un estado deteriorado, pero es falso que todos los hidalguenses sean corruptos. De hecho son muchos quienes no lo son, más de los que uno pudiera imaginar, pero no son todavía los suficientes para que la legalidad se imponga sobre la corrupción y no al revés.

Ante esta situación, la lucha que Omar Fayad se encuentra realizando en contra de la corrupción, removerá muchos intereses, romperá con el statu quo de muchas personas poderosas que están acostumbradas a vivir de los privilegios políticos en las altas esferas del poder; sin embargo, el gobernador de Hidalgo debe seguir aunque esté jugando con fuego, ya que en todos los sectores de la sociedad la corrupción ha diluido al Estado de Derecho.

El gobierno de Hidalgo no es la excepción, este gran mal lo podemos palpar desde la más pequeña butaca de una escuela primaria, hasta el más alto presupuesto, los hidalguenses se han acostumbrado a aceptar la realidad que han pintado los políticos; Sin embargo, muchos países y ciudades fueron muy corruptos como nosotros hasta que decidieron romper con ese círculo vicioso y construyeron instituciones sólidas. Estados Unidos es un ejemplo, los norteamericanos fueron los padres del asistencialismo, sus políticos compraban votos a cambio de puestos públicos y hasta pavos para el día de acción de gracias, pero a finales del siglo XIX y a inicios del XX, las nuevas generaciones decidieron que no querían seguir con la “vieja política”. El legado de sus padres fundadores, la Constitución y el cumplimiento de las leyes sirvieron como base para que por medio de un sentir nacionalista, pusieran los intereses de la colectividad antes que los propios.