CUANDO MORIR ES RENOVARSE.


Por Pablo Martínez.

Desde tiempos PRI históricos, la silla presidencial se ha vuelto un crónica de una muerte anunciada, las ofertas partidistas fueron un juego electoral para que él candidato del partido oficial se anunciará electo. 

A partir del año dos mil, el cambio de colores, dio luces de esperanza a la población, haciéndonos creer que México podía cambiar. Después de diecisiete años, sólo alcanzamos a ver que el gran cambio de tamaño que surgió en los bolsillos de los grandes capos mexicanos, dueños de la industria, el comercio y la política mexicana. 

Tiempo después, desde las oficinas priistas tabasqueñas surge un personaje, que con un porcentaje amplio de la población, logra entrometerse en las esferas de la “izquierda” mexicana por la candidatura presidencial. El señor López Obrador, después de problemas de fuero, logra que la población acepte que él puede ser una opción verdadera para la nación. 

Citando al escritor de ultra derecha, Arturo Pérez Reverter en su texto publicado en el Universal, No, no votaré por López Obrador dice, “no, no porque intentará gobernar con recetas extraídas del bote de la basura…” la clara postura del escritor acierta, el candidato de MORENA, producto de un mediatismo idiota, promueve políticas neoliberales, dejando claro que las razones por las cuales México esta dentro del hoyo mas profundo, seguirán y él seguirá con más.

Por supuesto que la clase política de siempre, la llena de historia, la que ha convertido un país en un enano sub desarrollado, se jacta en querer renovarse. Mientras los panistas se muerden unos contra otros por querer subir a la candidatura, el priismo resurgido desde hace cinco años, trata de tomar fuerza, desde sus bases. 

Este priismo voraz, que solo busca seguir llenándose de las arcas de la nación, haciendo y creando políticas publicas para su enriquecimiento. Siendo mi opinión no la de todos los mexicanos, creo que muchos comparten el sentir de asco que tenemos hacia la política existente. 

Cinismo desde las dirigencias, cinismo en los gobernadores, cinismo en los presidentes municipales, diputados, senadores y últimas fechas los jóvenes. Hombres y mujeres que trabajan arduamente para un partido político (usted ponga el color) para pertenecer al grupo selecto que querrá gobernar este país. Bien lo decía Salvador Allende, ser joven y no ser revolucionario es una incongruencia hasta biológica. En dos mil diecisiete la frase allendista cambia, ser joven político y revolucionario es una incongruencia. 

Entonces ser un hijo de vecino, parte del grueso de la población, con aspiraciones a un mundo mejor, ¿qué espera para el 2018? El futuro no es prometedor, seguiremos escondiendo nuestras opiniones para que no nos pueda quitar el trabajo o los apoyos, seguiremos formados detrás de campañas políticas para recibir migajas de los candidatos electos, obligándonos a creer que la economía mejora todos los días, mientras nos alcanza para menos cosas, peleando a diario por un mejor trabajo, para una dignidad de vida que solo algunos tienen. 

Y seguiremos peor, seguiremos comiendo carne de hermanos, que se matan todos los días para que el futuro mexicano siga siendo el mismo, mientras vemos como vuelven a llenar las calles de espectaculares con caras maquilladas, inundando los botes de basura con más basura electoral. 

Esto no es esperanzador, esto es una patada de ahogado dentro de un sistema que cada día nos hunde más, donde las oficinas están llenas de burócratas cansados de oír propuestas inútiles. NO, no queremos seguir oyendo a López Obrador diciendo que es la esperanza, no queremos escuchar las peleas del panismo que tira pecados en la misa mientras se llenan las manos de más sangre, pero por favor, no queremos más cinismo priista, que nos llena los oídos de basura que se están renovando, que son “el nuevo”, lo joven, el camino correcto. 


Lo único real, es que nos creen idiotas, nos llueven orines y nos dicen que es agua, todos los días vivimos en realidades más crueles, caminamos por las calles, platicamos con los vecinos, entramos a las tiendas y no se parece ni un poco a lo que dicen en los números, ya no creemos porque nuestra realidad supero su ficción. 

Señores dueños de la política, los invito un solo día a abrir los ojos y vean que lo que nos dicen puede ser la novela perfecta de la dictadura perfecta.