JUAN RULFO, 100 AÑOS EN LLAMAS.


Por Fernando Díaz.

La vida de un autor suele marcar de manera decisiva la forma y el contenido de su obra. En el caso de Juan Rulfo, de cuyo nacimiento se cumplen cien años este martes 16 de mayo, la temprana muerte de sus padres lo convirtió en un niño triste, taciturno y solitario que al madurar vertió todo el dolor acumulado en una de las obras más importantes de la literatura en español, Pedro Páramo. La editorial colombiana Rey Naranjo acaba de publicar Rulfo. Una vida gráfica, un cómic con guion de Óscar Pantoja y dibujos de Felipe Camargo que recoge en viñetas esta conexión entre la biografía y el universo literario del escritor mexicano.

“Lo que busco cuando escribo una biografía en cómic de un escritor es descubrir la forma en la que él creó la obra, la relación de esa obra con su vida, el estilo particular que esa obra tiene y que es producto intrínseco con la propia vida del escritor”, ha explicado Pantoja  en diversas ocasiones.

Cuando Rulfo nació el 16 de mayo de 1917 en Sayula, Jalisco, México se hallaba sumido en el caos. Las distintas facciones de la revolución se disputaban el poder. Venustiano Carranza fue encumbrado a la presidencia y redactó una nueva constitución. Poco después, los famosos líderes revolucionarios Emiliano Zapata y Pancho Villa fueron asesinados (y entre ambas muertes fue traicionado también el propio Carranza). La persecución de la Iglesia Católica provocó en algunas zonas del país una serie de levantamientos populares conocidos como las Guerras Cristeras, que fueron especialmente cruentas en el estado natal de Rulfo. Mientras tanto, los bandoleros aprovechaban el caos reinante para cometer asaltos y saqueos.


Rulfo. Una vida gráfica comienza con la descripción de aquel contexto de violencia exacerbada que puso bajo mínimos el valor de la vida humana en México para poder entender lo que ocurrió el día que mataron al padre de Rulfo. Lo que ocurrió fue que un joven llamado Guadalupe Nava metió sus reses a pastar en sus tierras, y este discutió con él. Horas después, aquel lo mató a sangre fría de un balazo en la nuca. En ese momento se desvaneció el paraíso que había sido hasta entonces la infancia de Juan Rulfo. “En su interior algo se rompió. Ya nada sería igual”, escribe Pantoja junto a la cara del niño, rota por el dolor en el entierro del padre.

Rulfo se refugió en los libros. Se aisló del mundo y se convirtió en un lector voraz, y gracias a eso sobrevivió también al orfanato y a la muerte de la madre, pocos años después. “De los seis a los doce años solo vi muertos en mi casa. Asesinaron a mi padre, a los hermanos de mi padre, a mis abuelos: era una casa enlutada”, dijo el escritor en una entrevista. Y Pantoja se pregunta: “¿Cómo se vive después con una ruptura así?. Él lo logró, y no solo eso, lo escribió. Y produjo una de las obras más bellas en cuanto a estética, contenido, y dificultad técnica de Latinoamérica y del mundo. Quizás otras personas habrán claudicado, pero Rulfo siguió hasta que consiguió contar sus fantasmas”.


Camargo opta en este libro por una técnica de aguada en blanco y negro y un estilo gráfico que Pantoja califica como “dramático, oscuro, angustiante, como propone el guion”. La narración salta continuamente en el tiempo para establecer claramente la conexión entre la infancia traumática de Rulfo, su personalidad atormentada y errática y los personajes protagonistas de Pedro Páramo. “La rigidez de la cronología a veces no produce los efectos y los resultados que uno espera en el lector. Hay que romper esa rigidez. La biografía es un género literario, de lo más sofisticado, y como tal, hay que emplear todas las técnicas y recursos de la literatura para contarla”, opina Pantoja.

El libro recoge, además de la desdichada niñez, los hitos más importantes de la vida adulta de Rulfo: su paso fugaz por el seminario y por el ejército, sus continuos cambios de profesión, la publicación de sus primeros cuentos, la concepción de El llano en llamas y Pedro Páramo, los dos libros que lo encumbraron como escritor; los elogios recibidos por parte de autores consagrados como Borges, García Márquez, Octavio Paz o Carlos Fuentes mientras que otros muchos lo despreciaban. También muestra la sensibilidad del escritor hacia las críticas negativas, su adicción a la bebida y su curación mediante un agresivo tratamiento de electroshock que lo alejó del alcohol a cambio de quitarle para siempre las ganas de escribir.

A pesar de los datos biográficos, el interior de Rulfo sigue siendo misterioso. Las viñetas de Rulfo. Una vida gráfica dibujan sus contornos para que todo tipo de lectores se asomen a él con la misma fascinación que sus autores.

_______________
El Cultural.