CALLARSE NO ES UNA OPCIÓN.


Por Roberto Longoni.
Director de Contenidos.

A la memoria y la pluma de tod@s aquell@s para los que, 
valientemente, callarse jamás fue una opción.

Es bien sabido, aunque muchos lo nieguen, que en México ejercer el periodismo es un oficio de alto riesgo. Aún no olvidamos, junto con tantos y tantas otras que viven en nuestra memoria, el cobarde asesinato del compañero Javier Valdez a causa de la violencia desplegada de manera sistemática por el narcoestado mexicano. 

Ejemplos como el de Javier Valdez remueven lo más hondo de nuestra conciencia y nos obligan a replantear nuestra labor periodística. Nos obligan a responder de manera más valiente y precisa al compromiso con la verdad, en contra de la mentira que vivimos y que se ha encumbrado como la razón misma. 

Replantear nuestra labor implica comprender el periodismo de manera crítica. Esto quiere decir que no apuntamos a un periodismo que se ajuste a las normas del discurso oficial, tampoco que siga enalteciendo las acciones corruptas del poder como si fueran hazañas, o que simplemente informe de manera supuestamente “neutral”.

Para Javier Valdez, como para Rodolfo Walsh y tant@s otr@s, el periodismo representa un hondo compromiso con la verdad. Nace de la indignación y es un grito en contra del poder. Apunta a algo más que a informar; busca generar contraste, alumbrar horizontes, criticar las estructuras dominantes en todas sus formas, cuestionar la realidad misma. 

Ante el asesinato de periodistas hay dos respuestas. La primera, la que da el poder, es que a tod@s ell@s l@s mataron por imprudentes, por “hablar de más”, por decir “lo que no debían decir”. Dar esta explicación es naturalizar el ambiente de violencia que sufrimos, es dar por hecho que la muerte que padecemos es algo irremediable y que la única opción que tenemos es tratar de esquivarla. La segunda, la nuestra, es que a nuestros compañeros y compañeras l@s mataron porque este sistema no soporta que demuestren sus abusos, sus engaños, su falsedad. 

La “recomendación” del poder es el lapidario silencio, la pasividad expectante. Para nosotr@s está claro que, en medio de un mundo falso que se nos va cerrando cada vez más, callarse no es una opción.

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Fotografía tomada de La Capital