FAYAD, EN EL MOMENTO MÁS DECISIVO DE SU SEXENIO.



Por Jorge Montejo. 

Se comenta en las cloacas de Los Pinos, que la sucesión presidencial ya está definida, que en el mes del agosto, después de la convención de delegados del PRI, comenzará el Big Brother Priista; sin embargo, en el círculo cercano al Presidente Peña Nieto, ya se sabe quién será el elegido y todo será un reality show.

Tan se sabe quién será el candidato presidencial que varios funcionarios federales hidalguenses ya comienzan a buscar las diputaciones federales y senadurias, otros buscarán incorporarse al gobierno de Omar Fayad (para sofocarlo y no dejarlo gobernar), porque Peña ya lo decidió... el PRI competirá con el candidato menos re-quemado, uno que se lleva bien con todas las fuerzas politicas. 

En consecuencia de lo anterior, debemos recordar la leyenda que asegura que un gobernante de origen priísta le habría dado a su sucesor tres sobres para que los fuera abriendo uno por uno cada vez que estuviera en problemas a lo largo de su sexenio:
Al tomar posesión del cargo, el nuevo gobernante encuentra en el cajón principal del escritorio esos tres sobres con un mensaje: “Abrir en caso de crisis”. Después de unos meses de gestión, enfrenta las turbulencias propias del arranque. Algo no funciona. Busca el primer sobre que contiene una breve instrucción: “Échame la culpa a mí”. Así lo hace: proclama a los cuatro vientos que su antecesor le “heredó” un desastre político-administrativo o un “cochinero” que reclama paciencia. La sociedad lo arropa y libra la coyuntura adversa. 
Meses más tarde se presenta una nueva crisis. Abre el segundo sobre que dice: “Reorganiza tu gabinete”. De nuevo, el consejo da frutos. La renovación de su equipo le permite matar dos pájaros de un tiro: por un lado, despedir a quienes, según la percepción pública, no han rendido lo suficiente; por el otro, soltar lastre y desplazar a los “emisarios del pasado”. 
Cuando se agota el impacto de la “renovación” y un nuevo momento crítico parece no tener salida, el último sobre lo sacaría de apuros: “Escribe tres cartas y nombra a tu sucesor”.  
Omar Fayad, ya abrió su primer sobre y culpó a Francisco Olvera de todas las desgracias de Hidalgo; sin embargo, a casi un año de haber tomado posesión, al gobernador de Hidalgo no le conviene abrir el segundo porque sino llenará su gobierno con emisarios del pasado que no lo dejarán gobernar en lo que resta del sexenio, por lo que en realidad a Omar lo que le conviene es trabajar, cumplir y "resolver los problemas de corrupción que le heredó la administración anterior" para que las acciones no se queden en palabras.

Bien o mal, Fayad,  le abrió espacios a diversos jóvenes en su gobierno y esa estrategia le dio aire fresco al PRI, pero deberá tener control sobre la dirigencia estatal de Leoncio Pineda Godos, porque el nuevo presidente del tricolor (extraído de la delegación de las licitaciones hidalguenses), parece que le está apostando a los mismos cartuchos quemados que han desprestigiado al tricolor, se retrata y se reúne con lo mismo de siempre, no se preocupa por atraer a ese %50 de electores indecisos que no votaron, pero que definirán la elección de 2018 y que le podrían dar fuerza a Fayad, una fuerza que no la tiene el desprestigiado revolucionario institucional. 

En conclusión, al gobernador de Hidalgo, no le conviene hacer cambios en su gabinete a estas alturas de su gobierno, más bien debería buscar los perfiles para generar unidad entre grupos políticos y "no solo mirar a uno"... 

Como anécdota, el ex gobernador oriundo de Huichapan, Hidalgo, Jorge Rojo Lugo, durante su gobierno logró tiempos de paz social (después de una gran inestabilidad con la desaparición de poderes), gracias a que tuvo la gran habilidad de dialogar y pactar con la mayoría de los grupos, líderes y expresiones políticas inconformes, generando un cambio generacional dentro de la política, estrategia con la que consiguió estabilidad y control político durante muchos sexenios, control que conservó incluso aunque estuviera retirado de los escenarios políticos.

Como Rojo Lugo decía: "yo ya estoy más allá del bien y del mal", y ese panorama no lo tiene ni Chong.