AMLO, IMPARABLE RUMBO A 2018.


Por Alonso Quijano.

De no abrirse el PRI a que ciudadanos puedan aspirar a candidaturas por ese partido, las elecciones presidenciales de 2018 estarán perdidas, toda vez que el desprestigio del peñismo, dejaría sin posibilidades de triunfo a políticos como Osorio, Videragaray y Nuño, los cuales no tienen el suficiente punch para derrotar a un López Obrador que sigue en lo más alto de las preferencias electorales. 

Lo anterior viene al caso porque el poder tiene efectos gravitatorios, tiende a atraer lo que encuentre a su paso: personas, empresas, y a veces hasta ideologías. 

Si muchos actores se están alineando a un candidato, -es decir, están siendo atraídos hacia él-, es símbolo de que dicho candidato, como si se tratara de un astro que acumula masa, está acumulando poder. Y la razón por la que sucede esto es por las amplias posibilidades que tiene AMLO de ganar la presidencia en el 2018.

Yo no he escuchado, por ejemplo, de actores que se sumen a la campaña de Margarita Zavala y la respalden públicamente, tal vez algún futbolista por acá, algún opinador, pero no algún personaje o institución que tenga peso político o capacidad de influencia. Eso tampoco sucede con Osorio Chong o Mancera, ya que a estos personajes sólo los respaldan en sus respectivas entidades federativas, pues quien no conoce a Dios con cualquier santo se hinca... 

En cambio con López Obrador ya se han sumado el polémico empresario Alfonso Romo y el presidente de Fundación Azteca Esteban Moctezuma. Dicho sea de paso, es muy probable que TV Azteca termine decantándose -como lo hizo en 2006- por López Obrador. Si a estos actores sumamos a Carlos Slim, quien siempre ha apoyado a AMLO, veremos no solamente la paradoja de que grandes empresarios apoyan al izquierdista sino a personajes a quienes se les podría relacionar con la “mafia del poder”.

Todos saben que el contexto -nacional e internacional- está beneficiando enormemente a López Obrador que tuvo la fortuna de ser candidato en tiempos de una clase política desacreditada y de la presencia de un presidente nacionalista en el país del norte, así como de la ola de voto antisistema crece en Occidente. 

De este modo, los actores se sienten orillados a tomar cualquiera de las siguientes dos decisiones: Alinearse a López Obrador entendiendo que es el sucesor natural y que es quien tendrá la mayor cantidad de poder político en el sexenio, o postrarse como fuerte opositor esperando que López Obrador se frustre solo -como ya ha sucedido- la candidatura.

Así están las cosas. Así se mueve el poder, López Obrador es un astro que crece de tamaño y empieza a atraer todo lo que ve a su paso. Si no surge desde una candidatura independiente o ciudadana un liderazgo que despierte pasiones y aproveche bien el descontento de la clase política y si AMLO no termina cometiendo errores graves, será un hecho que el tabasqueño llegará a Los Pinos.

A no ser que el PRI y el PAN se decidan por un candidato con el que puedan ir en alianza de facto.... Meade o Moreno Valle.