REPRESIÓN EN ESPAÑA CONDUCE A LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA


Por Javier López.

El choque de trenes se produjo finalmente, para vergüenza de la democracia española, desprestigio de la clase política y espanto internacional.

La situación entre Gobierno y Govern ha expuesto a sobremanera a una gran parte de la ciudadanía con la única intención de pronunciarse políticamente, dejándola a cargo de los principios más básicos de la democracia y conduciéndola hacia un conflicto sin precedentes, del que costará mucho tiempo reponerse. Las imágenes son bochornosas.

La fuerzas de seguridad del estado español actuaron tal y como se venía barruntando, ejerciendo una represión más propia de otra época, con una violencia fuera de lugar y dejando más de 800 heridos tras su paso.

Más allá de las pésimas condiciones en las que se fraguó este referéndum, la decisión de Rajoy de abordar el problema desde una óptica judicial y policial, es un despropósito impropio de cualquier mandatario digno y debería abrir el proceso político que acabe con su mandato. Nada nuevo en un dirigente tremendamente irresponsable, al que siempre le preocupó más sus votantes que su país.

Al conflicto catalán, los diferentes gobiernos centrales han ido cerrándoles las puertas de salida desde hace lustros. Se cerró la puerta de llamarle nación, la puerta del Estatut y hoy, a duras penas, la puerta del referéndum. Lo que se ha abierto, en cambio, es la plenitud del sentimiento independentista, más fuerte y legitimado que nunca, pues ganaba sentido por cada porrazo que propiciaban los agentes de la Guardia Civil.


El Partido Popular subestima el poder popular. Siempre lo ha hecho y siempre que lo ha hecho, le ha salido mal. Lo hizo cuando intentó manipular la información del 11-M, lo hizo cuando subestimó el poder transformador del 15-M y ahora menospreciando al pueblo catalán. Ningún pueblo, tenga la sensibilidad política que tenga, quiere ver sus colegios invadidos, sus urnas requisadas, sus instituciones mancilladas, sus fuerzas de seguridad enfrentadas y sus mayores apaleados. De momento, el día de hoy marca la legislatura. 

Y no solo eso. Con sus decisiones, el Partido Popular ha tumbado el tablero, desplazando el eje hacia un lado tras su apuesta represiva para contener el impulso independentista. Los que antes no estaban de acuerdo con este referéndum y no iban a votar, ahora estarían dispuesto a hacerlo, los que permanecían tibios, votarían que sí a la independencia, los que estarían dispuestos a negociar una salida política y económica, ahora solo piensan en la independencia.

No hay mayor fábrica de independentismo que el patriotismo tuerto de Rajoy, no hay mayor fábrica de antiespañolidad que un gobierno que persigue a quienes quieren ejercer sus derechos democráticos, parece disfrutar con el “a por ellos” y apoya manifestaciones donde se arranca un cartel de “mes democracia” o se canta el cara al sol.

Hoy, hay una parte de Cataluña que ni está ni se le espera para retomar el diálogo y han iniciado un camino sin retorno. Se equivocan quienes aseguran que este es un procés comandado por unos burgueses que azuzan los bajos instintos de un pueblo y basta con desenmascararlos. Es mucho, muchísimo más complejo que eso. Lo sabe cualquiera que conozca un poco Cataluña. Lo que comenzó como una inercia histórica, se ha convertido, con el tiempo y la ineptitud política, en una lucha por los derechos, la soberanía y la libertad. Y bajo esa bandera, haga lo que haga Rajoy, tienen las de ganar.