CRISIS DE TALENTOS EN EL PRI.


Por Jorge Montejo. 
Analista Político

Es en los momentos complejos y difíciles cuando más se necesitan líderes políticos que ejerzan su función con la máxima responsabilidad. Recordaremos cómo el mundo occidental comenzó una época de espectacular progreso posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, gracias al liderazgo de políticos como Roosevelt, Truman, Churchill, Adenauer o De Gaulle. Independientemente de su signo político, tenían el reconocimiento de gran parte de los ciudadanos del mundo, al encarnar una serie de valores necesarios en aquel tiempo, como el coraje, el sacrificio o el esfuerzo que permitieron superar con rapidez una dura crisis de posguerra.

Esa visión en Hidalgo no existe, lamentablemente la mayoría de los políticos priístas no gozan del reconocimiento de los ciudadanos (ganan elecciones con tan solo el 7% del total del padrón electoral), y cuando su partido necesita de liderazgo político para salir de la crisis de credibilidad en la que se encuentra nos encontramos con políticos de muy bajo perfil, impuestos para ser manipulados por los secuestradores del PRI. 

Esta pérdida de confianza y de imagen no es fruto del azar, en toda sociedad donde el tejido social se encuentra descompuesto, según el filosofo Michelangelo Bovero, los mejores elementos de la sociedad son excluidos por los peores, para conformar una organización gubernativa controlada y dirigida por gobernantes ignorantes, matones electoreros, bandas y camarillas sagaces sin escrúpulos. A este fenómeno se le llama kakistocracia, y en el estado de Hidalgo es evidente. 


Conforme a lo anterior resulta interesante preguntarnos ¿Quién de los políticos priístas hidalguenses de moda tiene la capacidad para sacar a Hidalgo a flote? A Omar Fayad le dejaron una herencia de políticos (diputados federales, presidentes municipales y diputados locales) ineficientes, con poca preparación, con un lamentable oficio político y muy susceptibles de caer en la corrupción, por eso se necesita un cambio en las estructuras y mandos altod del revolucionario institucional. 


Ante esta situación es importante agregar que cada 10 años, el PRI pierde algo así como el 5% de simpatizantes con respecto al total de la población. Pareciera no ser un número muy grande, pero lo es poniéndolo en contexto. Por ejemplo: suponiendo que las elecciones estatales del año pasado se llevaran a cabo dentro de 6 años (una pérdida de poco más del 2.5%), el PRI aseguraría su derrota en estados como Oaxaca, Hidalgo y Durango, situación con la cual perderían mucha fuerza.

En 10 años la situación sería bastante peor. Para ese entonces, de seguir la tendencia, el color rojo podría perder la mayoría absoluta (más de la mitad) de los estados que gobierna. Peor todavía sería que alguno de los otros partidos (que dependen más de su voto útil), recobrara legitimidad, que surgieran otros con más aceptación, o candidatos independientes (que ya les arrebataron el estado de Nuevo León), lo cual haría más pronunciado este efecto. El PRI actualmente puede apostar al “divide y vencerás” porque los otros partidos también cargan con una fuerte crisis de legitimidad.

Pero este análisis hasta ahora lo hemos estado haciendo tomando en cuenta que el ingreso y el nivel educativo de la población no se incrementará en los próximos años y se mantendrá estable.

Entonces aquí va otra mala noticia para el PRI. Su voto depende de las personas menos educadas y con menos ingresos:


A mayor educación, es menos probable que un individuo vote por el PRI.

A pesar de que nos quejamos del nivel educativo de nuestro país que ciertamente es malo, lo cierto es que cada vez más personas tienen acceso a mejor educación como lo muestra esta gráfica, que aunque no está muy actualizada, sirve de mucho para entender el contexto:


Si observas la gráfica pasada, verás que hay una gran brecha entre secundaria y preparatoria. Cuando un alumno pasa a preparatoria, las posibilidades que tiene de votar por el PRI disminuyen drásticamente. La mayoría (relativa) de los estudiantes en el 2005 llegaron a estudiar secundaria completa. Cuando esa mayoría relativa se empiece a concentrar en la educación media superior y superior, el PRI se podrá ver afectado.

Y si analizas la última (donde se muestra claramente que son cada vez más mexicanos con mayor nivel de educación) entenderás el impacto que la educación tiene en contra de los intereses del PRI.

Naturalmente esta gráfica tiene cierta correlación con la primera. Los jóvenes votan menos por el PRI, en parte porque tienen una mayor educación, lo cual significa que las nuevas generaciones, los que están estudiando actualmente, van a simpatizar todavía menos con ese partido.

Y hay una tercera variable, el ingreso de cada persona.

Por menos dinero gane una persona, más probabilidades tiene de votar por el PRI.

Si bien, el aumento del ingreso no es muy grande, no debemos sacarlo de la ecuación porque importa mucho:


Es paradójico, pero técnicamente al PRI no le conviene que México crezca. ¿Me explico?

El nivel de desarrollo del país es inversamente proporcional al tamaño de las estructuras del PRI.

Ciertamente, si dentro de un gobierno priísta se diera un fuerte crecimiento o un progreso social tal que fuera palpable, el PRI podría ganar más adeptos. Pero en tanto esos adeptos son más educados, son más volátiles. Un gobierno posterior que decepcione haría que esos adeptos le den la espalda, tal y como sucede con los otros partidos.

En cambio, la mayoría de los votantes del PRI, cuya gran mayoría son pobres y poco educados, siempre son leales al partido. No importa que el Presidente de la República sea partícipe de un conflicto de interés, que un gobernador tenga algún nexo con el narcotráfico o que la economía no vaya muy bien. Mientras el PRI “les trabaje a ellos” su voto estará garantizado.

Habría que añadir otras variables que no habíamos tomado en cuenta para efectos de este análisis y que podrían acelerar más el proceso. Por ejemplo, el acceso a Internet, la penetración de banda ancha, y que cada vez un mayor número de mexicanos tiene acceso a más medios de información. En un escenario así, es más difícil crear individuos leales y dependientes del partido.

Habiendo explicado esto, vemos como el panorama para el PRI no es nada alentador.

Lo peor es que parecen no actuar en consecuencia, siguen apostando a su bases, y parecen haberse resignado al no tratar de hacer un gran esfuerzo para convencer a los votantes independientes. Su estructura partido-familia donde lo que está dentro del PRI es la ley y lo que está fuera no, no ayuda mucho al partido. Por más intensa sea su cerrazón, por más fuerte sea su resistencia al cambio, y por más grande sea su necedad de no combatir todos los vicios dentro del partido, más rápido se llevará a cabo su proceso de extinción.

El PRI, a todas luces necesita un cambio generacional, pero no con lo mismo que tienen dentro de sus estructuras (millennials que estudian sus maestrías en administración en famosa universidad pero que no traen nada más que el título), tendrán que convencer a la ciudadanía con actores políticos frescos, verdaderamente preparados, con pensamiento crítico y de origen ciudadano; sin embargo, esta clase de personajes (que son oro molido para el partido de los dinosaurios) no jalan con el tricolor ni a la esquina porque el Revolucionario Institucional se ha convertido en un club de corruptos que tienen secuestrado al partido.