¡YA BASTA!... ¡NUNCA MÁS!


“Otro mundo no solo es posible, está por llegar. 
En un día tranquilo, oigo su respiración”
Arundhati Roy.

Por RobertoLongoni.

En un día tranquilo, un primero de enero de 1994, un grupo de hombres y mujeres, en su mayoría indígenas, tomaron por las armas cinco cabeceras municipales del Estado de Chiapas. Se hacían llamar Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Más allá de sus armas, y detrás de sus pasamontañas y paliacates, pedían no ser olvidados nunca más. Exigían, y exigen hasta hoy, democracia, libertad y justicia. El levantamiento zapatista significa desde entonces un freno a la injusticia, un poderoso y potente ¡Ya Basta! …

En un día tranquilo, en los inicios de la primavera de 1985, el fiscal Strassera, al finalizar el juicio a las juntas militares que asesinaron y desaparecieron a miles de personas en Argentina, dijo: “Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ¡nunca más!” A su emotiva alocución siguió una estruendosa ola de aplausos que el juez en la sala se empeñó en callar, sin lograr éxito. El entusiasmo y el coraje desbordaban la sala … 

En un día tranquilo, un miércoles 14 de marzo de 2018, cientos de jóvenes en Estados Unidos, se levantaron de sus pupitres, dejaron sus salones de clase, y tomaron las calles de su ciudad para exigir el alto a la venta de armas, y más allá de eso, el alto a la dinámica de violencia y miedo imperante en la sociedad americana. De nuevo una pancarta insiste con un potente ¡Enough! … De nuevo ¡Ya basta! …

En un día tranquilo, después de que una valiente joven logrará resistir el ataque de un hombre que pretendía violarla en la ciudad de Puebla, jóvenes estudiantes (compañer@s, amig@s) se reunieron frente a la UniversidadIberoamericana, y se atrevieron a detener el flujo alocado de esta ciudad tan contradictoria, para gritar que ¡No!, que no íbamos a aceptar que el miedo y el horror gobernaran nuestras vidas, ni la de nadie. 

Para Walter Benjamin la revolución no es un proceso evolutivo de acumulación de fuerzas, sino una ruptura con el tiempo lineal. Para Holloway, la revolución no es un asunto de profesionales armados, sino de gente común y corriente, que cada día vive en carne propia las contradicciones de este mundo enfermo. ¿Tiene sentido unir la rabia zapatista, con la digna memoria de los argentinos, y las expresiones de digna rabia de los estudiantes estadounidense y mexicanos? Claro que sí, si comprendemos que a tod@s ell@s les une su capacidad de ser grietas en el muro del sistema. Grietas por donde se asoma otro mundo posible: un mundo sin guerra, sin violencia, sin juzgados o criminales. Un mundo nuevo que no es simple ilusión, que, en cualquier día tranquilo, si ponemos atención, podemos escuchar respirar.